Capítulo 14

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Cubre espaldas

Blazz entró a la oficina de su padre, había decidido ir a la Editorial luego de clases para poder hablar con Joanne Jones y así ella le diese algunas lecciones. Joanne le estaba enseñando un poco sobre antiguas versiones de su libro más famoso "Como si Fuera Amor" para que él pudiese ver los cambios en cada escena.

— ¿Puedes ver esto? En la primera versión puedes notar que no tenía ni idea de cómo hacer ese párrafo—rió—, le di miles de vueltas y mi editor lo simplificó a unas líneas muy claras.

—Lo noté, no tenía mucho sentido ese párrafo—comentó Blazz, Joanne asintió.

—Sabes Blazz, logro verme en ti—confesó—, te veo y me veo a mí años atrás. Ambos venimos de familias que han estado toda su vida en el mundo literario; a veces me pregunto si es algo que nos gusta de verdad o si creemos que es lo que nos gusta porque es lo único que conocemos.

Él lo pensó un momento.

—Es lo que me gusta, estoy seguro—mencionó—, me veo en diez años haciendo esto y me veo feliz, ¿sabes? Creo que puedes saber si te gusta por ti, cuando no esperas algo a cambio.

—¿Qué podría ser ese "algo a cambio"?—preguntó, Blazz permaneció el silencio un momento.

—No esperas fama de ello—mencionó—, lo haces porque te hace feliz, no porque esperas un reconocimiento por ello.

—Pero el reconocimiento ayuda a que veas que lo estás haciendo bien.

—Sí, pero los aplausos no pueden ser tu fuente de felicidad.

Joanne analizó las palabras del chico, tenía razón en eso, pero ¿qué pasaba cuando toda su filosofía del éxito eran los aplausos que recibía? ¿Qué pasaba cuando su única forma de medir que era buena en la escritura era por la cantidad de lectores que tenía? Por las veces que alguien compraba su libro, por las veces que se agotaba en las estanterías, por las ediciones que debían sacar nuevamente. ¿Qué pasaba cuando el ojo del público era tu constante recordatorio de cómo hacías las cosas?

Ella estaba segura que, cuando dejara de recibir los aplausos, debía aprender a amar su trabajo por sí misma.

—Tenía doce años cuando gané mi primer premio—dijo recordando ese momento—, había hecho un monólogo sobre el Amor en Tiempos del Cólera, yo era Fermina Daza—rió.

—Wow, eras súper joven—ella asintió.

—Tenía doce años, pero ya habían decidido mi futuro—dijo—, creo que no me dio nunca el tiempo de pensarlo, ¿realmente era esto lo que quería? Tengo veinticuatro años y parece que tú sabes más sobre lo que deseas en tu vida que yo.

Blazz no le dijo nada sobre ello, no sabía qué decirle. Sólo permaneció esperando a que ella continuase hablando.

—¿Sabes que es lo que pasa? La diferencia entre tú y yo Blazz, es que tú tuviste la oportunidad de hacer lo que querías—confesó—. A mí sólo me han criado estos últimos doce años como la chica que le ganó a Axel Trail en un concurso de talentos y que por eso está destinada a brillar.

—No creo que sea tu destino brillar porque le hayas ganado a Axel Trail, sino porque realmente eres buena en lo que haces.

Ella lo miró y le sonrió, agradecía que el chico fuese bueno con las palabras; a pesar de dedicarse la mitad de su vida a escribir, ella era muy mala expresando cómo se sentía, nunca tenía las palabras perfectas para decirle a alguien más. Si la situación fuese al revés, ella no sabría qué decirle.

—Eres un buen chico, Blazz—le dijo—. Espero que consigas a alguien que sepa valorarte.

Blazz suspiró, Joanne lo miró curiosa por ese comportamiento.

—¿Qué? ¿Hay alguien?

—No lo sé.

—¿Cómo puedes no saberlo?—preguntó ella—, ¿Es una chica?

—Sí, es una chica mayor.

—¿Una mujer? ¿Qué edad tiene?

—Es menor que tú—rió—, pero sigue siendo mayor que yo.

—Uff—dijo—, no es que esté mal, pero tienes dieciocho años, todavía te falta conocer muchas cosas antes de enamorarte de mujeres mayores. ¿Cómo se llama?

—No te diré, no quiero que se vuelva más real de lo que ya es—mencionó, ella asintió.

—Háblame de ella.

Blazz sonrió, ¿qué podía decirle? ¿Qué podía decirle sin quedar como un tonto? ¿Podía decirle sobre lo mucho que se sentía cautivado con cada palabra que leía de ella? ¿Le hablaba de la forma en que estaba atrapado en cada página sin haberla conocido siquiera?

¿Qué se podía decir cuando te gustaba alguien que la mitad de las cosas eran algo que habías creado y la otra te cautivaba y quemaba el corazón?

—Ella crea mundos, crea personajes con los que logras simpatizar, construye historias que realmente amarás, pero ella no cree en ella misma—miró a la chica—, le pasa como a ti, el reconocimiento es su fuente de demostrar que está haciendo las cosas bien, pero se siente peor con cada rechazo que tiene.

—Es escritora.

—Para mí lo es—dijo—, pero si se lo preguntas, te dirá que no lo es—se encogió de hombros, tenía la mirada perdida en la pared detrás de Joanne.

—Las personas no quieren a un escritor que no se sienta seguro como para considerarse uno.

—Pero tampoco quieren a alguien que sea lo suficiente seguro para considerarse escritor.

Joanne asintió.

—No hay que esperar los aplausos para ser escritor—Blazz sonrió.

—Sólo debes aprender a considerarte uno.

—O a considerarte un editor, la persona que siempre nos saca el pie del barro.

Blazz extendió su mano y la dirigió hacia ella.

—Yo te cubro y tu me cubres.

—Vale, yo te cubro, Editor que está enamorado en secreto de una chica mayor—Blazz rió.

—Vale, Escritora que le ganó a Axel Trail pero que sabe brillar sin necesidad de recordarlo.

Y así era, cómo se formaban alianzas.


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¿Creen ustedes que los aplausos no necesariamente equivalen a lo bueno que eres?

Pilares Del RechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora