Otra voz que no es escuchada
Todo empezó con un correo electrónico. En el día, más de un millón de mensajes por correo electrónico son enviados, de los cuales sólo el 90% de ellos es llegado a su destinatario y el otro 10% puede quedar marcado como spam o perderse entre toda la información enviada.
Si trabajaras en una editorial, sabrías lo muy difícil que es mantener una bandeja de entrada vacía, ya que todos los días más de trescientos correos son recibidos; de ahí, un grupo de aproximadamente veinte o treinta personas se encargan de leerlos, separando cada correo por secciones y eliminando los que no hacen falta. De esos correos, al menos hay un 40% de manuscritos recibidos, pero ¿qué tan difícil sería que tu correo fuese aceptado? ¿Qué tan difícil puede ser que la persona indicada leyera lo que has escrito?
Juana Blanca era la Editorial más famosa del país, muchos de los grandes escritores habían publicado con ella desde sus inicios y por esa misma razón la mitad de los aspirantes decidían mandar sus manuscritos, pero no todo es tan lindo como parece; de cada cien manuscritos recibidos sólo uno pasa a ser publicado, por eso ¿cuál sería la posibilidad de que ese fuese el tuyo?
Se necesita algo más que suerte para que eso pasara.
Pero el hecho de que rechazaran un manuscrito no quería decir que era malo, sólo que tal vez no es lo que buscaban en ese momento, claro está que nunca te lo hacen saber y quedas como un marginado sintiéndose rechazado. Para la suerte de muchos —o eso quiero hacerte creer— sus escritos de igual forma terminaban leídos por una persona, una persona que amaba el arte de la literatura de una manera tan espléndida que podrías quedar impresionado, una persona que creía que lo que no era publicado también era bueno, una persona cuyo padre era el dueño de la tan prestigiosa editorial Juana Blanca, una persona llamada Blazz.
—No entiendo por qué te gustan tanto estos manuscritos—comentó Tania, la secretaria de su padre y niñera (no realmente) de Blazz.
El chico sonrió y tomó la caja que Tania llevaba cargada, era un poco pesada así que no tardó mucho y en colocarla en su escritorio.
—Me gustan los libros.
—Estos no son libros—lo corrigió, Blazz negó.
—Son libros, no importa que no hayan sido publicados—respondió—. Pienso que, si te tomaste el tiempo para poder escribir una historia, entonces es lo suficientemente importante como para llamarla libro.
Blazz confiaba en el poder de las palabras y que los rechazados podían tener una voz igual de grande que la de un escritor publicado, él estaba seguro que ambas partes—la que se ve y la que no—eran magnificas y que merecían ser leídas.
Además, Blazz quería ser editor, su sueño principal era hacer libros. No le gustaba escribir, le gustaba editar lo que alguien ya había hecho, le gustaba ser esa mano que encaminaba al escritor y estaba seguro, que cuando lograra graduarse de la secundaria e iniciara la universidad, podría trabajar junto a su padre como uno de los editores de Juan Blanca.
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Pilares Del Rechazo
Short StoryBlazz es un estudiante de secundaria quién recibe todas las semanas los manuscritos que casi fueron aprobados en la editorial de su padre. Su hobby es tomar aquellos libros y editarlos para lograr una mejor versión de ellos y se los entrega a Otis...