Capítulo 9

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Una (no) cita con la escritora

Miró la hora en su reloj, se encontraba de pie frente a la entrada del Parque Central justo como Vera le había indicado. Había llegado unos minutos antes de que la hora, por lo que se encontraba un poco ansioso esperándola. Miró al carrito de helados cerca y se preguntó si debía esperarla con helados o si debía esperar para saber si le gustaba.

Blazz quería impresionar a Vera, pero no sabía cómo.

—Hey—escuchó detrás de él y volteó a mirarla, Vera llevaba el uniforme de la cafetería todavía, su cabello se encontraba atado en un moño alto y un par de mechones sueltos se veían. Blazz se sintió feliz de haberla visto de esa forma.

Era una Vera auténtica, era justo como imaginaba que fuese.

—Hey—le dijo él tímido. Vera sonrió y caminó a su lado—. ¿Quieres un helado?

—Mmm, no soy muy fan del helado tan tarde—se encogió de hombros un poco avergonzada.

—Oh, bueno, ¿quieres comer algo? Acabas de salir del trabajo, debes de estar cansada.

—Un poco—ella respondió, miró hacia un punto fijo y se apresuró a tomar su brazo y entrar juntos al parque. Lo llevó hasta un puesto de hot dogs.

Sacó de su bandolera su monedero y le entregó un billete al señor que estaba atendiendo el lugar.

—Nos da dos hot dogs, por favor—le dijo y el señor asintió para comenzar a prepararlos.

Blazz sacó rápido un billete de su bolsillo y se lo entregó a ella.

—Toma—le dijo y ella negó.

—Yo invito—mencionó—, luego lo harás tú.

Una pregunta apareció en su cabeza, ¿eso significaba que volverían a salir?

El señor les entregó ambos hot dogs y Vera caminó hasta uno de los bancos. Blazz la siguió.

—Sabes Blazz, te quería ver porque me llamó mucho la atención lo que dices sobre mis historias—mencionó ella—. ¿Qué clase de sentimiento te transmite?

No pensó mucho en su respuesta.

—Realidad—mencionó él—. Hay algo en tu forma de escribir que realmente me atrapa, me hace querer continuar. Desde que leo tus escritos es como si las cosas se volvieron más bonitas, ¿sabes a qué me refiero?

—Pero no debe de ser así, nunca me han llamado para publicar, ¿cómo es que has podido leer los manuscritos?

—Te dije que conozco al presidente—mencionó—. Tengo tus manuscritos en mi casa puedes un día verlos.

—Vale, te creo—mencionó—. ¿Qué crees que podíamos hacer? Dices que mis historias son buenas pero nunca me han aceptado en una editorial.

—Es porque siempre cuentas la misma historia—mencionó él, ella frunció el ceño—. Tus historias son buenas, los mundos que creas son tan atrapantes que haces que el mundo real parezca menos aburrido. Pero necesitas una voz, necesitas destacar tu forma de escribir para que el resto vea que realmente eres Vera Zabat.

—¿Y qué propones?

—Déjame editar contigo Noche en un cielo púrpura—pidió—. Llevo unos capítulos con sus correcciones, pienso que podrías revisarlos y acomodarlos. Juntos podríamos sacar tu lado más brillante.

—¿Qué ganas con esto?

—Pasar tiempo con mi escritora favorita—confesó y luego se sonrojó al ver que había dicho algo tan vergonzoso. Vera sonrió dulce.

—Me parece bien—le dijo—. ¿Cuándo iniciamos? Tú sigues todavía en clases, ¿no?

—Estoy en el último año sólo faltan meses para terminar, pero tengo todo el tiempo que necesites.

Ella rió. Miró a Blazz esperando no arrepentirse luego de ello.

—Mis momentos de escribir son los fines de semana, entre las siete y las nueve de la noche, ¿crees que puedes con ello?

—Sí.

—Excelente—mencionó—. Entonces te veo este sábado y vemos esas correcciones que dices.

Blazz asintió revisando mentalmente cuántos días faltaban para el sábado. Tenía que acomodar su habitación para que pareciera la de un chico común de dieciocho años pero estaba más que listo para poder pasar el tiempo con Vera.

Había deseado ese momento por mucho tiempo y lo estaba consiguiendo poco a poco. El resto de las preocupaciones lo dejaría para luego.

Pilares Del RechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora