Capítulo 12

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Tenías que conocerme

Blazz fingió leer de uno de los libros de la estantería, sentía la mirada de Vera a unos cuantos metros de él. Su papá los había dejado solos y él sólo intentaba ver cómo podía cambiar el tema con la chica. Vera suspiró sentada en lasilla frente a la computadora, ya había entendido por qué Blazz la conocía a ella y a su historia, pero tenía que escucharlo de parte de él.

¿Le molestaba? Realmente, pero tenía que conocer las razones por las que Blazz le había ocultado eso.

—Bueno, ¿tienes hambre?—preguntó el chico. Vera lo miró—.Yo sí, debería de buscar algo, ¿te gustan las palomitas?

—Blazz—dijo ella deteniéndolo. El chico la miró—, me dijiste que conocías al presidente de Juana Blanca.

—Lo conozco—dijo y ella alzó una ceja.

—No me dijiste que era tu papá—respondió, Blazz suspiró y sentó en la silla frente a ella.

—Vale, tenemos que hablar sobre esto, lo entiendo—mencionó y bajó la mirada hacia sus manos sin saber qué decirle. ¿Cómo podía iniciar? Tenía que contarle la verdad—. Mi papá es el dueño de Juana Blanca, por eso es que te conozco.

—Pero, ¿cómo? Nunca me han aceptado mis libros, ¿cómo es que me conoces?

—Siempre me ha gustado leer los libros rechazados—confesó—, pienso que tienen realmente buenas historias, sólo que les falta un poco de forma a la manera de contarlas.

Vera comprendió a qué se refería, quizás tenía razón, si su historia no era escogida era porque le faltaba algo, no porque era mala.

—También pasa que envían sus historias a la editorial equivocada—dijo—.Juana Blanca es una buena editorial, pero su catálogo es un poco reservado en historias, no entran todas las historias porque no son parte del mismo concepto.

»Siempre he pensado en que el valor de un editor es ver el verdadero valor de una historia y convertirla en algo que pueda realmente funcionar. Desde que tengo quince quiero ser editor y mi papá, viendo lo mucho que lo quería, decidió un día que podía usar los manuscritos que eran rechazados para poder editarlos. Cuando lo tengo listo, me contacto con los escritores y le doy mi versión para que puedan usarla y enviarla a otra editorial. Y bueno, desde hace dos años, he estado recibiendo tus manuscritos.

—¿Nunca nadie se ha molestado por eso?

—Al principio no me creen pero siempre me agradecen. Yo realmente no hago mucho, sólo resaltar las mejores partes.

— ¿Por qué si contactas a los escritores, nunca me habías contactado a mí?

—No sé si lo has notado, pero no tienes ninguna red social con tu nombre completo.

Ella rió por eso, tenía razón, no lo había notado pero nunca colocaba su apellido.

—Pero cuando enviamos el manuscrito, siempre nos piden nuestros datos de contacto, ¿no los tienes?

—No me dan eso, sólo el manuscrito. Nuestro encuentro en la cafetería fue pura casualidad.

—Ahora veo que cuando te escuché hablando con tu amigo sobre una historia, no hablabas de algo que escribías sino algo que editabas.

Blazz intentó hacer caso omiso cuando ella confesó haberlos escuchado, le parecía algo vergonzoso, no sabía que habría escuchado y prefería no saber. Así no se sentía con más vergüenza que en ese momento.

—Posiblemente era la tuya, Otis es muy fan tuyo también—confesó—. Los dos esperamos siempre que puedas ser aceptada en una editorial que realmente sea para ti.

—Sabes Blazz, sigo un poco molesta porque me hayas ocultado esto, pero creo que entiendo tu punto—mencionó ella—, yo habría hecho lo mismo, si me hubieses dicho desde el inicio todo, quizás no estaría aquí, estoy segura de que no te habría creído.

—¿Por qué?

—No es como sea muy normal que un extraño se acerque y te diga: Hey Vera, soy el hijo de la editorial que siempre envías tus manuscritos; soy tu fan.

Blazz rió por ello, algo así habría sido su encuentro si él hubiese sabido quién era desde el inicio.

...

Vera llegó a su casa, dejó su bolso en sofá y se fue hasta su habitación para bañarse y ponerse luego a revisar todo lo que habían editado del libro. Se quitó sus zapatos y pasó al baño para desmaquillarse y meterse luego en la ducha.

Pensó en las posibilidades que tenía para haber conseguido una oportunidad como esa, tenía a Blazz quién era bueno con las palabras y editando cada cosa que ella podía escribir, además le gustaba su historia y se sentía cómoda con él, ¿cómo pudo haber conseguido algo así?

Tener una persona que leyese y opinase sobre su historia era algo que le daba un poco de miedo porque no sabía cómo podía reaccionar, ¿y si no le gustaba? ¿Y si pensaba que era malo? Pero con Blazz sintió confianza, lo vio como alguien que realmente quería ayudarla a mejorar y le daría esa oportunidad. No importase si fuese mayor o menor que ella, le parecía que era algo genial poder conocer a alguien que le diese ese apoyo. Eran un equipo.

Salió del baño ya lista para sentarse, corrió a la cocina y se sirvió un poco de leche para regresar a su escritorio y encender el ordenador. Se metió en el archivo que habían acomodado y comenzó a leer las nuevas partes junto a los comentarios que Blazz le había colocado.

Paró cuando leyó algo que no era parte de su historia.

«¿Crees en el destino, Vera? Cuando llegó tu nombre en los manuscritos esa noche, supe que podíamos crear algo nuevo. Pienso que tienes mucho talento, espero que puedas verlo también tú y nunca dudes de ello.

—Blazz»

Sonrió al leerlo, ella también creía en el destino. Y si el destino los había juntado, entonces tenía que hacer algo para que valiese la pena.


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Esto es muy platónico.

Pilares Del RechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora