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Sonrió un poco al recordar lo de hace unas horas, se había divertido bastante aunque en verdad solo estuvieron charlando en una larga caminata de ida y vuelta, no había nada muy interesante, pero tal vez en la noche sí podrían encontrar algo, incluso cuando eso sería algo peligroso.

Se exaltó cuando escuchó el grito de Zim echándole en cara que había ganado esa partida, mirando con cierta confusión y percatandose de que se metió demasiado en lo suyo cómo para prestarle atención al juego de cartas que mantenían.

Hizo un mueca, e ante la sonrisa de victoria su novio le dijo que jugarían otra partida más, revolviéndolas antes de repartirlas. Distrayéndose entre el juego y el documental que tenían aún puesto en la computadora. Ganando ahora Dib entre algunas quejas de Zim.

Se estiró en su sitio, preguntándole si aún quería ver el documental, parándose para dejar el mazo de cartas en su escritorio; al recibir una negativa por su parte decidió quitarlo, poniendo simplemente música al azar mientras conversaban de cosa sin tema al cual llegar.

Recibió una pequeña risita ante uno de sus comentarios, sonriendo un poco sin poder aguantarlo mucho, no se sentía igual. Sus ojos divagaron entre las palabras del menor, bajando a sus labios con cierta pereza que parecía no irse, quizá era por lo tarde que era ya en ese punto.

Apoyó su mano con más fuerza sobre la cama, inclinandose hacía adelante con cierto cuidado, tocando levemente la mejilla de Zim antes de acercar sus labios a los de su enamorado.
Era una palabras rara, pero que todo a parecían ocupar y ansiar; él lo amaba, ambos los hacían, por eso tenían aquel tipo de relación, por algo lo estaba besando.

Bajando su mano e haciendo de algún modo que Zim se recostase, siguió uniendo sus labios en una acción no habitual, pero que ahora parecía de lo más normal. Era un buen novio, claro que lo era, no entendía por qué dudo de eso en su momento; era el día del amor, un día en el que deberían estar juntos y que se supone, es especial, el día de ambos.

El apretón en su ropa y un jadeo de su parte le hicieron recordar lo anterior, provocándole una mala mueca de confusión. No, su amor era para Zim, solo para él, y el de él era suyo, tenía que serlo.

── ¿Zim, tu me amas?── A los muy pocos centímetros sobre sus labios soltó la pregunta sin poder controlar su hablar, provocando que Zim se extrañara de más.

── Sí, tu sabes que sí.── La pregunta fue muy repentina, pero sabía su respuesta, lo afirmó en su carta por primera vez y lo hizo muchas otras veces después.

Membrana dio una débil sonrisa de felicidad, tiñendo sus mejillas de rosa como la primera vez, le recordaba a eso, incluso cuando sus acciones nunca hubieran sido como esas.

── Yo también te amo.── Le dio un corto beso a sus labios, reacomodándose para que sus cuerpos dejaran de estar tan apegados, desconcertando una vez más al más alto.

Seguían con una rara relación que parecía que iba y volvía a cada rato, como si quisiera ser como antes pero donde sus acciones significaban lo contrario. No lo entendía.

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Este es el peor capítulo que he
escrito hasta ahora, me disculpo.

g o m i t a        [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora