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Divagar una, y otra, y otra vez era un martirio, su cabeza le pesaba y sus náuseas estaban volviendo, se estaba enfermando una vez más por culpa de la misma persona.
Culpar a la misma persona a cada rato no le llevaría a nada, se estaba negando a aceptarlo, pero esta vez, solo por esta vez, era muy probable que sí tuviera razón al culparlo.

Pensar en Zim se volvió algo inevitable, en su relación con él, su rompimiento, sus sentimientos. Se dió cuenta de la verdad de una vez por todas, pero su estúpido corazón decidió darle una vuelta y hacerle sentir peor. Porque indagando llegó a la conclusion de qué sí, tal vez sí gustaba de Zim, o lo hacía ahora; Membrana lo explicaba de mejor forma.

Según él, esto era porque Zim ya no era algo suyo, y al no poseerlo, lo quería, lo necesitaba sin realmente hacerlo, como cuando un niño quiere un nuevo juguete que abandonará a penas esté en sus manos. Eso era Zim, algo que quería al no tenerlo pero que no querría al hacerlo, por más que Irk no fuera un objeto, así era la realidad para el de anteojos. Una gran porquería.

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La sonrisa en el pelirrojo le hizo sonrojar y no pudo evitar sentir las ganas de besar aquellos labios que tocó una vez a la fuerza, que obligó a que tocaran los propios; se reclamó por aquello, si tan solo lo hubiera preguntado antes tal vez hubiera sido correspondido, tal vez.

Sus comentarios sin sentido para cualquiera inundaron la habitación que rápidamente se llenó de la risa de ambos, como usualmente hacían, estaban en el sillón del pelirrojo viendo cualquier serie basura mientras conversaban, por comodidad, suponían. Pero igual que hace un tiempo atrás, las hormonas de Membrana estaban actuando antes que su cerebro, curioso, su cabeza era más grande que su cuerpo.

Un mal chiste entre ambos y su cuerpo actuó solo, dejandose llevar, soltándose, olvidando que estaba empezando a creer que gustaba de Zim y siguiendo al fuerte latido de su corazón cuando Keef le hablaba. Sus manos cerca, su cuerpos, sus dedos no aguantaron más la necesidad y se atrevieron a tocar descaradamente los dedos del pelirrojo, medio que entrelazandose en un movimiento, al parecer, bien recibido.

Los ojos de Keef se abrieron y su sonrisa se veía un tanto especial, su mirada en él, sus mejillas con ese fino velo de rosa adornando dulcemente su rostro. Era inevitable. Dib iba dejando de sonreír de a poco, ambos, de hecho, y es que Membrana se estaba acercando peligrosamente al rostro del contrario, dejando ver sus obvias intensiones en su accionar.

── Dib. No creo que, que sea buena idea que lo hagas.── Interrumpiendo su cercania, se redujo a detenerlo con palabras, deteniéndose y corrigiendose a sí mismo, sin intentar apartar sus ojos en un intento de sonar firme en sus planras, pero el tono un tanto bajo que ocupó no le sirvió de nada.

Membrana guardó silencio, alejandose lentamente con vergüenza al dejarse llevar, bastante. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué seguía actuando así? Había pasado un poco más de un mes de que ambos se reconciliaron y estubo actuando como un idiota desde el día uno, no podía arruinar eso, ponerlo incomodo, y alejarlo.

── Perdón, no pude evitarlo, perdón si te incomodé.── Su cuerpo se alejó y aguardó cierta distancia entre ambos, corriendo la mirada para no intentar incomodarlo más de lo que suponía que ya había hecho. Pero viéndole el lado positivo, por fin estaba pensando en los sentimientos de otros y de su comodidad, aunque Keef parecía estar bien, tranquilo, para nada exaltado.

── Está bien, solo fue... muy repentino. No te preocupes.── Dejando de estar apegado al brazo del sillón al irse inconcientemente hacía atrás, su tono tranquilo contrastaba con la forma en la que actuó la vez en la que se besaron, manteniendo sus ojos en el contrario hasta que los apartó al darse cuenta de que Membrana no lo miraría de vuelta.

Y sí, Dib lo notó, dejó de estar encorvado y, luego de analizar sus palabras, sumado a su accionar, sus ojos avellana chocaron contra el cuerpo contrario, mirándolo en un intento de comprender y de esperar que lo estaba imaginando, pero la mirada u palabra que se lo confirmara no llegaba, ya que Keef mantuvo sus ojos sobre la pantalla, tal vez conciente u inconcientemente, sin querer responder a aquella incógnita.

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¿Quieren final bueno o final malo?
Digo, cualquier capítulo podría ser
el final y ustedes no lo sabrían. Divago porque es la forma menos explícita
que tengo para decir que Dib es un
idiota sin ocupar adjetivos descalificativos en exceso, aviso.

g o m i t a        [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora