Capítulo dos

4.9K 574 416
                                    

JOY

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JOY

Jueves 24 de diciembre

Abuelita es todo lo que está bien en esta vida

Estoy exhausta y cansada de las fiestas. Vale, miento. Amo las fiestas, el ponche y la comida navideña que ofrecen en ellas. Pero estoy cansada de reunirme con la gente de mis diferentes círculos sociales y que todos ellos me pregunten por el imbécil de Bona-bitch. Es cansado que, luego de explicarles que ya no salgo con él, me miren como si eso fuera una desgracia.

Lo juro, no aguanto más las miradas de lástima. Las soporté en la reunión con mis excompañeras de la universidad... Y en la del antiguo equipo de atletismo al que pertenecía. ¿Las amigas que hice en mi anterior empleo? Oh, sí, con ellas también. Ha sido lo mismo con todos.

¿Por qué demonios piensan que es lamentable que no tenga una pareja para pasar navidad? ¡Aún tengo a mi familia, idiotas! Puedo hacerlo perfectamente bien sin un portador de polla a mi lado.

Aunque, claro, la mayoría de esta familia que acabo de mencionar no piensa lo mismo que yo. Esa es la razón por la que a muchos de ellos los evito la mayor parte del tiempo.

Esta mañana que llegué a la casa de abuelita, mamá, a quien normalmente no le importan mis relaciones románticas, se mostró muy decepcionada de no ver a Connor conmigo. Y no fue la única. Tal parece que todos por aquí pensaban que haría el viaje al altar con ese remedo de hombre. Malas noticias para todo el mundo: para Connor Bona-bitch nosotros ni siquiera estábamos saliendo. Tuvimos una prueba gratuita de ocho puñeteros meses nada más.

—¿Qué pasa, mija? ¿Por qué la cara larga?

Levanto la mirada para ver a mi abuelita. Ella y yo formamos equipo en la cocina para hacer los tamales mientras que los otros se encargan del pavo, el lomo de cerdo, la birria, la ensalada de manzana, el ponche y los buñuelos. Una cosa buena de que la familia sea tan grande es que hay muchas manos para ayudar a preparar la cena.

—¿En verdad es tan ridículo que no tenga pareja? —respondo en voz baja porque no quiero que los demás escuchen—. Es decir, ¡apenas cumpliré veintinueve! Hace diez años pensaba que a esta edad ya se es viejo, pero no me siento así ahora. Y todos me ven ya como la nueva tía Mariana porque incluso Clarita que tiene veinte ha invitado a su novio a la cena de hoy y yo no tengo a nadie. Y, para que conste, no encuentro nada de malo en la tía Mariana y su decisión de permanecer soltera.

Abuelita ríe mientras termina de envolver un tamal.

—Cada uno va a su paso, mija. No les hagas caso, tú disfruta la vida. Yo estoy muy orgullosa de ti y también de mi Marianita.

Saco el labio inferior mientras la miro con cariño y agradecimiento.

—¿Y de mis tamales, abuelita? —pregunto a modo de broma porque, hace un par de años, hice un gran desastre con los tamales de la cena, los arruiné y todos querían matarme.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora