Capítulo treinta y uno

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JOY

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JOY

Sábado 31 de diciembre

Impulsiva y misteriosa

A veces puedo ser un tanto impulsiva. Como la noche de la bañera de hidromasaje que actué sin pensar demasiado en las consecuencias. Esos movimientos irreflexivos no siempre me salen bien, pero diría que los resultados de la última vez fueron bastante... um... positivos.

Vale, los resultados me complacieron bastante y tengo la corazonada de que a Alex también. Lo cierto es que me encantó conocer esa faceta más atrevida de él que suele esconderse detrás de las inseguridades que ha cosechado en los últimos años. Mira, es que a mí Alex ya me gustaba mucho desde antes, pero el hecho de que podamos conectar tan bien de manera más íntima es un plus increíble.

Aunque aquella noche no pasamos de la tercera base, creo que no hizo falta. El tiempo que compartimos en la bañera fue divertido, sexy y una excelente forma de dejarnos enganchados y con ganas de explorar más la siguiente vez. Quizá cuando estemos de regreso en Bellington.

Después de todo, nuestras vacaciones en Cornerstone están a nada de terminar.

Hoy es 31 de diciembre, un día que suena tan estupendo para ser aventurera e impulsiva como cualquier otro, ¿verdad? Así que, tras decirle a todos que volveré en un instante, dejo mi Smulder a medias sobre la mesa y salgo de Sweeney's sin aceptar la compañía que me ofrece Della. El rostro desconcertado de Alex mientras me escabullo de la taberna me indica que he actuado de forma sospechosa, pero no me detengo a dar explicaciones porque hay algo que necesito hacer por mi cuenta o podría terminar por arrepentirme.

Atravieso la placita del pueblo a toda velocidad y me dirijo hacia Akehene, una tienda Kelúah que visité con los demás hace un par de días. En la tienda hay todo tipo de objetos interesantes y souvenirs hechos a mano tales como llaveros, amuletos, pulseras y ropa. Ya he comprado un par de regalos para mamá y Danny la última vez que vine, así que en esta ocasión voy directa a la zona en la que exhiben los zapatitos de madera tallados a mano.

Alex y yo solo llevamos algunos días juntos. Nuestro "esto" es tan reciente que esta podría ser la peor de las ideas. Pero él me gusta y yo le gusto, darle un zapato de madera el día de año nuevo solo significa que me agrada la idea de que lo nuestro no termine pronto.

—También podemos pintar o grabar en la madera lo que sea que quieras.

Con un sobresalto busco a la persona que dijo lo anterior. Es el encargado de la tienda, un muchacho de pelo largo y negro, piel atezada, ojos ligeramente rasgados y pómulos altos.

—¿Ah?

Él enarca la ceja en la que destaca uno de sus múltiples piercings y señala hacia los zapatos de madera que están delante de mí.

—Si no te convence ninguno de los diseños, puedes decirnos qué quieres y lo hacemos.

—¿Cualquier cosa?

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora