Capítulo doce

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JOY

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JOY

Martes 1 de noviembre

Metida de pata monumental

Entonces... el prospecto perfecto para Shelley Mitchell me ha rechazado porque piensa que soy una estafadora que lo quería convertir en un prostituto fino y ahora es el nuevo empleado en la cafetería de mi mejor amiga. No puedo evitar seguirlo con la mirada mientras va de una mesa a otra con el mandil sujeto a las caderas y un lapicero detrás de la oreja derecha. Por sorprendente que me parezca, Alex es bueno en eso de atender las personas y tiene una sonrisita sesgada algo cautivadora que ya le ha vuelto bastante popular entre la clientela. ¡Dios! Parece alguien totalmente diferente al hombre hosco que entrevisté hace un par de días.

—Si sigues mirándolo de esa manera va a creer que estás colada por él.

Parpadeo y levanto la vista hacia Della, que ha llegado a mi lado de la nada. Ella niega con la cabeza mientras toma asiento.

—Es que Alex es perfecto para Shelley, bizcochito —resoplo—. La fecha límite se acerca y no he encontrado a nadie más que encaje en el perfil de lo que ella requiere. Aunque, bueno, dentro de un rato entrevistaré a alguien que podría ser la solución. Si todo sale bien ni siquiera tendré que dirigirle otra mirada a ese hombre juzgón que contraste de empleado. Eso si el otro es como me lo describieron, claro. Ya veremos.

Aunque, para ser honesta, es difícil no mirar al juzgón de Alex cuando se encuentra en la misma habitación. Puede ser un odioso que me mandó por un tubo —lo que casi me dolió tanto como la vez que mi crush de la primaria me dijo que parecía un feo pez ojón—, pero él es atractivo.

Della me pone una mano en el hombro.

—Tómalo con calma, Joy. Respira hondo, disfruta un affogato y deja que fluya.

—El affogato podría ayudar... —digo solo porque es mi postre favorito y ni siquiera necesito pretextos para querer uno.

—Te lo prepararé enseguida. Y te serviré también una dotación de Coklatkopis.

—¡Uf! Tú sí que sabes cómo consentirme, bizcochito.

Mi amiga ríe, se pone en pie y va detrás del mostrador a hacer lo que dijo.

Me concentro, de nuevo, en la lista de candidatos disponibles que tengo. Apoyo el codo sobre la mesa y descanso un lado de mi cara en la palma de mi mano. Necesito tener un plan B en caso de que la cita de hoy tampoco funcione, pero ninguno de los chicos que están dispuestos a trabajar con El Hada Madrina tienen la edad ideal para ser el compañero de Shelley, lo cual es problemático. Todos son más jóvenes y, aunque vivimos en una época moderna, en su solicitud ella especificó que debía ser un hombre de entre treinta y treinta y cinco años. Espero que Jonathan, que debe llegar dentro de poco, sea la solución a este problema.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora