JOY
La «desafortunada situación»
Mira, si esto fuera una telenovela mexicana de esas que tanto le gustaban a mi querida abuelita, imagino que mi reacción a lo que acabo de ver sería algo muy a lo: «¡¿QUÉ HACES BESANDO A MI HOMBRE, MALDITA LISIADA?!» con grito chillón y dramático para luego proceder, por supuesto, a desgreñar la hermosa cabellera rubia de Shelley.
Pero no estamos en un culebrón de esos y Shelley no se merece un trato así de horrible. Además, ¿cómo podría alguien culparla por poner sus ojos en Alex? El cara de tlacuache es guapísimo y ha sabido interpretar su papel de novio, es un actor fabuloso, cualquiera habría caído.
Entonces, a pesar de que me siento aliviada cuando él la aparta para detener el beso, también me siento mal por Shelley. La pobre está ante las puertas del rechazo y las dos nos damos cuenta de ello cuando Alex inicia con un condescendiente: «Escucha, Shelley...».
La intriga va a matarme, pero no me parece correcto seguir escuchando, así que desconecto el micrófono y la cámara y apago la laptop para darles privacidad en su conversación.
Tomo mi celular en un intento por distraerme y descubro que tengo tropecientas llamadas perdidas de Della en el registro —y solo de los últimos veinte minutos—, así que la llamo de regreso.
—¡Finalmente! —exclama al otro lado de la línea mi mejor amiga—. ¿Dónde están tú y Alex? Espero que a cinco minutos de distancia porque, de lo contrario, no vamos a salir a tiempo de la ciudad. Y si no salimos a tiempo, entonces no vamos a poder cumplir con el itinerario del primer día en Cornerstone y las vacaciones van a arruinarse porque...
—Cariño, cariño... anda, dame aquí. —Escucho la voz tranquilizadora de Li a lo lejos, Della murmura en respuesta algo que no entiendo y lo siguiente que ocurre es que es que Li está al teléfono—. Hola, pesadilla número uno.
—Pesadilla número dos, ¿qué sucede ahí?
—Della tiene una pequeña crisis. Yo me encargo, no te preocupes.
—Vale. Alex y yo quizá lleguemos un poco más tarde de lo planeado... —dejo la frase a medias porque justo en ese instante Shelley aparece en mi campo de visión. A lo lejos, la veo apresurarse a subir a su auto y marcharse.
Oh, oh.
—Eh, ¿hola? —dice Li—. ¿Sigues ahí?
Sacudo la cabeza.
—Sí, sí. Debo colgar, nos vemos en un rato más, ¿vale?
No espero a escuchar su respuesta, corto la llamada y me quito el cinturón de seguridad para poder ir en busca de Alex. Estoy en ello cuando él aparece a la vista en el mismo punto que antes lo hizo Shelley. Echa un vistazo alrededor y, cuando me ve, comienza a caminar hacia aquí con pocas ganas.
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Sol de invierno
RomanceNo se buscaban, pero se encontraron y quizá eso es justo lo que ambos necesitaban.