Capítulo cuarenta y dos

1K 179 130
                                    

JOY

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JOY

Sábado 4 de febrero

De cachonda a sentimental en un segundo

Lo primero que veo al abrir los ojos la mañana de mi cumpleaños es a Alex. Él está todavía dormido bocabajo, con su frente apoyada contra mi costado y uno de sus brazos descansando sobre mi abdomen. Sonrío mientras le acaricio el cabello y luego deslizo mi mano hasta sus hombros. Difícilmente podría imaginar una mejor manera de despertar este día, la verdad.

Me permito la satisfacción de observarlo dormir por un rato, hasta que la alarma que olvidé desactivar comienza a sonar en mi teléfono. Me apresuro a alcanzar el aparato en la mesita de noche para hacerlo callar, pero es muy tarde. Alex se remueve y, con un bostezo, levanta la cara hacia mí.

—La alarma... lo siento.

—Buenos días —es lo que él responde con un suspiro y ojos somnolientos.

Muerdo mis labios para ocultar la sonrisa que me provoca lo adorable que luce.

—Buenos días —le doy un toquecito en la nariz—. ¿Dormiste bien?

—De maravilla.

Alex se apoya en sus brazos para levantarse lo suficiente y moverse ligeramente encima de mí. Con su rostro más cerca del mío, me mira y me sonríe de una manera que me hace soltar una risita tonta.

—¿Qué pasa?

—Feliz cumpleaños, Joy. Mi pequeña estafadora, mi...

—¿Tu qué? —elevo una ceja, llena de curiosidad.

Él sonríe de medio lado, deposita un besito en la punta de mi nariz y se echa hacia atrás.

—Vuelvo en un minuto.

—¿Qué? Pero...

—Solo un minuto —insiste—. Ya vengo.

Alex se baja de la cama, me lanza un beso soplado y sale de mi habitación dejando la puerta abierta. Confundida e intrigada, me siento en la orilla a esperar a que vuelva.

Regresa apenas un momento más tarde y yo elevo las cejas, pidiendo con ese simple gesto una explicación. Alex asiente, viene hasta mí sin mucha prisa y se acomoda entre mis rodillas. ¿Cómo se supone que me concentre de esta manera? Es difícil enfocar mis pensamientos cuando él solo viste un bóxer que no deja mucho a la imaginación.

—¿Sabes? —acaricio su abdomen de forma juguetona y levanto la vista hacia su rostro—. Me encantaría que me regalaras fuegos artificiales la mañana de mi cumpleaños. Sería un muy buen regalo.

Él se ríe.

—Tus deseos son órdenes. Pero antes...

—¿Sííí? —alargo el sonido de la «i» mientras bato mis pestañas hacia él.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora