Capítulo veinticuatro

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ALEX

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ALEX

Jueves 8 de diciembre

Perdedor

Papá me llamó temprano para invitarme a cenar. Como él prometió que mi madre no estaría incluida en el plan y yo de verdad tengo ganas de verlo, acepté su invitación. Así que esta tarde, tras salir de Caffeine, volví al apartamento para darme una ducha antes de ir al restaurante en el que acordamos vernos.

Han pasado años desde la última vez que estuve en Touka, así que la nostalgia me golpea con fuerza cuando llego al lugar. Este es nuestro restaurante japonés favorito, el sitio de confort para ambos. Aquí veníamos cuando salíamos solo él y yo. Muchos años atrás, fue en una mesa de Touka que le confesé a papá que quería ser actor. Y fue allí mismo que él me sonrió, palmeó mi hombro y dijo que tendría su apoyo en cualquier camino que decidiera seguir.

No me toma mucho tiempo ubicar la mesa en la que se encuentra mi padre. Apenas que lo veo, me dirijo hacia allí.

—Hola, papá.

Él levanta la vista de su celular con una sonrisa y me mira por encima de sus anteojos.

—Alex, hijo, hola. Toma asiento, por favor.

Se quita los anteojos de lectura y los guarda en un estuche color vino mientras ocupo la silla frente a él.

—¿Va todo bien?

—Sí, por supuesto —asegura y luego le da dos golpecitos con el índice al menú que está sobre la mesa—. Espero que no te moleste, ya ordené.

—¿Lo de siempre?

—¿Y qué más? —ensancha la sonrisa—. Sushi, camarones al tempura y dos tazones de los mejores fideos de la ciudad.

—Me alegra que no lo hayas olvidado en todo este tiempo.

Papá se frota la frente mientras asiente.

—Ha pasado mucho desde la última vez que vinimos, ¿no?

—¿Alrededor de seis años?

—Vaya... —asiente—. Un montón.

—Un montón —confirmo.

Papá sacude la cabeza y sonríe.

—Pero aquí estamos ahora. Gracias por aceptar mi invitación, hijo.

—Me alegró que llamaras —confieso—. Sé que no nos hemos visto mucho desde que dejé la casa y ha sido mi culpa, pero...

—Necesitabas tiempo —adivina—. Está bien. No pasa nada, Alex.

Asiento con algo de vergüenza.

—No te he visitado mucho porque temía que eso propiciara más encuentros no deseados con mi madre.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora