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ALEX
Jueves 1 de septiembre
Hora de despedirse
Tomo una respiración profunda mientras echo un vistazo alrededor de la habitación que hoy deja de ser mía. No puedo evitar la melancolía. Esta es la segunda vez en el año que debo recoger mis cosas en una maleta para marcharme a otro lugar. La primera fue en enero, cuando decidí venir de Nueva York a Los Ángeles. Esta vez el destino es Bellington, Belaterra.
Muerdo el interior de mis mejillas y asiento para convencerme de que hago lo correcto. El mensaje del universo me llegó fuerte y claro. No me quiere aquí, así que me voy a casa.
Levanto la empuñadora de mi maleta para comenzar a arrastrarla fuera de la habitación. En la diminuta sala de estar me encuentro a Levi y Madi, ambos tienen caras largas.
Trato de afrontar la despedida con una sonrisa.
—Quiten esas caras, ¿vale? No es como que en mi país no haya teléfono o internet. Estaremos en contacto.
—Por un tiempo —añade Levi con gesto de preocupación—. Solo por un tiempo, ¿cierto? ¿Luego volverás?
—Sí, por supuesto. —En ese momento me llega una alerta al celular, es del chofer que me llevará al aeropuerto—. Mi transporte acaba de llegar, debo irme.
Levi asiente, se pasa una mano por el despeinado cabello y luego se apresura a darme un abrazo.
—Buen viaje, roomie. No te olvides de nosotros.
—No lo haré, lo prometo.
Cuando Levi me suelta, Madi me da una mirada y abre los brazos a los lados.
Me esfuerzo por mantener mi sonrisa.
—Ven aquí, guapo. —Me acerco a abrazarla—. Te extrañaré.
Ella palmea mi espalda y yo le doy un beso en la mejilla.
—También te extrañaré, Madi.
—Seguro nos veremos pronto.
—Seguro.
A pesar de lo que digo, tengo la inquietante sensación de que no es verdad.
La despedida no se alarga por mucho tiempo. Miro una vez más a mis amigos, les sonrío y me marcho. Afuera, el chofer me espera con el maletero abierto para guardar mi equipaje.
Esto es real, llegó la hora de decir adiós.
Bellington... aquí voy.
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