Capítulo trece

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ALEX

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ALEX

Viernes 4 de noviembre

La Furia vs El León Noruego

Bebo un trago de mi cerveza mientras veo un partido de fútbol en la ridículamente costosa pantalla de 105 pulgadas y Ultra Alta Definición instalada en la sala de estar del apartamento de Thad. No sé si el partido es grabado o en vivo, pero da igual. Lo que estoy esperando por ver es la pelea de boxeo que van a transmitir después de eso. Wyatt "La Furia" Stryker se enfrentará contra Ivar Nilsen "El León Noruego". Se presagia como una de las mejores contiendas del año.

Echo un vistazo hacia la puerta cuando escucho que alguien la abre.

Es Thad, por supuesto.

—¿Ya comenzó? —es lo primero que quiere saber mi primo.

Por su aspecto algo agitado, casi puedo jurar que debió conducir como un loco y luego corrió desde el elevador hasta aquí. Señalo el televisor con la botella de cerveza que tengo en la mano.

—Has llegado justo a tiempo. Empieza dentro de dos minutos.

—¡Carajo, sí! —Hace un breve festejo con el puño y termina de acercarse con un poco más de calma, recuperando el aliento—. Traje alitas de pollo. Hay suficiente cerveza en el refrigerador, ¿cierto?

—¡Me ofendes! Te dije que yo me encargaba de eso.

Thad suelta un suspiro de alivio, coloca la bolsa de papel con estampado del restaurante de alitas sobre la mesita de centro y, mientras se afloja la corbata, deja caer su culo al lado del mío, en el sofá.

—Pensé que no llegaba. Tuve un contratiempo en la oficina.

—Siempre hay contratiempos en la oficina. Es una frase que le escuché decir a mi padre infinidad de veces.

—El trabajo no descansa.

—Oh, esa también se la he escuchado decir a papá. ¿No es triste tener tanto dinero y no poder disfrutarlo porque estás demasiado ocupado siendo esclavo del trabajo para poder ganar más de ese dinero que no podrás disfrutar? Ustedes deberían tomarlo con calma. —Me pongo en pie antes de que responda—. Te traeré una cerveza.

Bueno, lo cierto es que mi papá no es tan adicto al trabajo como Thad, pero de momento fue la mejor manera que se me ocurrió para tocar el tema. Porque él no es el único que se preocupa por el otro en esta casa. Si bien yo no estoy en mi mejor momento, Thaddeus tampoco está de las mil maravillas cuando ha limitado su vida al trabajo de un modo preocupante.

Cuando regreso de la cocina, le entrego su cerveza a Thad y vuelvo a ocupar mi lugar en el sofá. Entretanto, en el televisor, los comentaristas ya comienzan a especular con emoción sobre la pelea de esta noche.

—Sí es triste.

Volteo a ver a mi primo con las cejas enarcadas. Tiene el rostro muy serio.

—¿Uh?

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora