47

426 50 13
                                    

Miércoles 1 de septiembre de 1994
P.O.V Sarah

Estábamos sentados en el vagón, una pelirroja trenzaba el cabello subió platinado de otra niña, mientras Neville y yo leíamos el libro que me obsequió, el cual pertenecía a su madre.
Para nuestra suerte nos tocó un vagón solo para nosotros cuatro, lo que era más cómodo.
De un momento a otro sentía la cabeza pesada, me sentía cansada, y al inclinar mi cabeza al vidrio, que por cierto estaba demasiado frío, sentí ese pequeño ardor en el lugar de mi pequeña herida.
Resultó que era un poco profunda, pero no habría que coser. Ya estaba desinfectada y toda la cosa, solo faltaba que cicatrizara.

-¿Te encuentras bien?-murmuró Neville, acercándose a mi oído. Ginny me miraba con una expresión confundida, mientras que Luna aún sonreía con serenidad.

-Si, solo iré quizás por algo frío.-dije cerrando el libro, metiéndolo a un bolso de mano. Me dirigí a la salida del compartimento.-¿Quieren alguna golosina?-pregunté antes de cerrar la puerta. Nadie quiso nada.

Comencé a avanzar por el largo pasillo del expreso de Hogwarts, que a decir verdad, parecía inmenso.

En un vagón vi a Malfoy platicando con Theodore Nott. Ambos giraron para verme, y aunque el último me vio con un poco de desprecio, el primero me sonrió pretensiosamente. Tal como lo había hecho ayer, antes del ataque.
Sé que sabe algo, yo lo sé.

Más adelante, vi a una señora un tanto robusta y anciana, llevaba el carrito de golosinas.
Había un grupo de niños rodeándola, y los mocosos no me dejaban pasar. Tan alborotados, como si se fuera a acabar.

-Auch!-exclamé al sentir una punzada en mi pie. Un niño me había pisado, parecía ser de segundo año y llevaba una bufanda de colores plata y azul.-Encontrare tú dormitorio y voy a...-antes de que pudiera aterrar más al niño que traía sujeto de la corbata, alguien me detuvo.

-Tranquila, tranquila.-murmuró una dulce voz risueña, haciendo que dejara de jalonear al niño, pero no lo solté del todo.-Vamos, suéltalo.-dijo Cedric, mirándome retadoramente.

-Bien!-dije de mala fama, sin despegarle la mirada al pobre niño, quien me veía asustado aún.-Ya te solté! Anda, vete!-exclamé haciéndolo a un lado.

-¿Intimidando a niños pequeños?-preguntó con sarcasmo.

-Solo venía por una botella de agua fría y regaliz, y él mocoso me piso!-murmure aún girando para ver si lo veía.

-Déjamelo a mi...-murmuró, y se adentró entre la multitud de niños que había alrededor.

Yo me quede observando, como mías y niños le dejaban pasar con tan solo sonreír. Compro regaliz, mi botella de agua y una rana de chocolate.
Se acercó con las cosas en mano, y me entregó lo que encargué. Quise pagarle, pero no me lo permitió.

-Gracias...-dije un poco alejada.-¿Debería estar impresionada con eso?-pregunté señalando con la mirada a la multitud que se volvió a formar segundos después de que hizo su compra.

-Definitivamente.-respondió con una pequeña sonrisa, me acerque y le di un pequeño beso en la comisura de sus labios. Después me giré y comencé a avanzar a mi compartimento.-Oh, debería impresionarte más seguido.-exclamó siguiéndome, y eso hizo que ambos riéramos un poco.

-Te veo luego!-exclamé asomando la cabeza desde dentro del compartimento, y antes de que pudiera despedirse o siquiera pronunciar algo, cerré la puerta.

Más tarde, en la cena Dumbledore nos informó a todos lo del torneo, y lo alumnos de la academia Beauxbatons y el instituto Durmstrang. El torneo se realizaría en nuestro colegio, lo que sería más conveniente para nosotros, ya que así todos estaremos presentes, y por supuesto, más cómodos.

Este amor aturde como mandragora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora