Capítulo 47: Yo no paro nunca hasta tener lo que quiero

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La habitación estaba llena de pétalos de rosa por todo el suelo y una bandeja de madera con el desayuno sobre la mesa. Harry se levantó de la cama tras besarme y volvió de nuevo con la bandeja, en la que además del desayuno había una rosa roja. La cogí y la llevé a mi nariz para poder olerla.

-Harry, esto es genial. ¿Cuándo lo has preparado?

-No, tú eres la genial. Llevo despierto desde hace una hora o así, así que decidí bajar a preparar esto.

Desayunamos todo lo que Harry había traído y volvimos a tumbarnos en la cama, sin ganas ningunas de salir de ella.

NARRA HARRY

Después de pasar un par de horas en la cama sin hacer nada más que hablar, nos levantamos. Nada más mirar por la ventana vimos que había nevado, y no precisamente poco. Salimos a dar un paseo entre la nieve y al llegar al parque, estaba todo repleto de niños haciendo muñecos de nieve o simplemente tirándose bolas unos a otros. María les miraba con una sonrisa sincera y yo la miraba a ella con sonrisa de enamorado. Está tan preciosa, su blanca tez cual porcelana brilla con la poca luz que nos ofrece el sol hoy. Estuvimos allí un buen rato y cuando se acercaba la hora de comer, volvimos a su casa.

Comimos solos ya que Hel había comido antes y estaba preparándose para que Louis viniera a buscarla para pasar la tarde juntos y Liam se había ido con Nat al restaurante favorito de esta. Mientras nosotros nos quedábamos con la casa para nosotros solos.

Recogimos la cocina haciendo el idiota y besándonos de vez en cuando. Una vez acabamos, cansados como estábamos, nos tiramos en el sofá bajo una manta compartida a ver la tele. Según la encendimos, apareció la película de Charlie y la fábrica de chocolate y como no teníamos otro plan, acabamos viéndola.

No recordaba haberme quedado dormido, pero ahora estaba despertando con María abrazada a mi en modo koala. Podía prestar total atención a ella, sus facciones, absolutamente todo sin que se sonrojase porque la estaba mirando, aunque me encantaban esos momentos, aproveché que aún estaba dormida.

A los pocos minutos, vi como sus parpados se abrían lentamente dejándome ver sus preciosos ojos azules y me soltaba para llevar sus manos a ellos y frotarlos con el fin de despertarse.

-Buenas tardes, preciosa. – contesté en susurro.

-Buenas tardes. – me regaló una de sus mejores sonrisas y cuando pudo tener los ojos bien abiertos siguió hablando - Hoy es un día de San Valentín raro.

-¿Raro?

-Si, no sé, todas las parejas, tal día como hoy, salen a comer o cenar fuera, o hacen cosas de ese tipo. Nosotros no.

-¿Tú quieres salir fuera a cenar nena? – levantó sus hombros algo indecisa - Preciosa, te voy a explicar por qué no he querido que salgamos fuera a comer y haya preferido quedarme en casa contigo. Lo he hecho de esta forma porque sí, puede que en el día de San Valentín haya mucho ambiente amoroso y todo eso, pero yo no necesito un día en concreto, un día puramente comercial para demostrarte lo muchísimo que te quiero, porque cuando quieres a alguien, no se lo demuestras el día de San Valentín, selo demuestras todos los días que pasas a su lado. Puede sonar a tópico, pero he preferido quedarme contigo en casa, estar un día entero solos, simplemente disfrutando de la compañía del otro, bajo esta manta o en tu cama como quieras, sin necesidad de hacer lo que hacen las demás parejas.

Una vez acabé mi explicación, vi una pequeña lágrima deslizarse por la cara de mi novia. Mi pequeña.

-Harry, dios. No sé qué decir, me has dejado sin palabras. No sabes lo mucho que te quiero.

-Si me quieres solo la mitad de lo que yo te quiero a ti, estoy seguro de que me quieres mucho.

Nos quedamos un rato más tumbados en el sofá hasta que empezó a anochecer.

Afraid of love (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora