24. ¿A qué le tienes miedo?

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¿Alguna vez han sentido al mundo paralizarse? ¿Han sentido el cambio pasar justo enfrente de ustedes?

Annoris empezaba a acostumbrarse al sentimiento. Su vida era una montaña rusa que no dejaba de subir.

Pronto sería madre de dos niños. Madre.  ¿Alguna vez se acostumbraría a serlo? ¿A pensar en ella como madre o a Ian como padre o incluso a ellos como familia?

No estaba acostumbrada a sentir amor de cualquier tipo. Sólo era su mamá y ella. También Lili, pero a eso se reducía su pequeña lista de personas que realmente apreciaba y que la apreciaban, o al menos así había sido antes de que Ian llegará.

Porque él la amaba, lo hacía de verdad y ella lo sabía porque aquella mirada, llena de brillo no podía ser mentira.

Y ella lo amaba, estaba segura, pero le costaba tanto admitirlo en voz alta, porque no estaba acostumbrada a ello y sabía que Ian tampoco lo había estado y aún así se lo había dicho, entonces, ¿Por qué no era capaz de responderle igual?

Había pasado una semana desde aquel día en que Ian había admitido lo que sentía por ella, una declaración que fue seguida de un silencio incomodo.

No supo que decir, las palabras se esfumaron tan rápido, abandonándola a su suerte. Lo único que pudo hacer en ese momento fue besarlo con ganas, queriendo transmitirle –al menos de esa forma – que lo amaba pero que aún no era capaz de decirlo.

Necesitaba tiempo y las cosas comenzaban a ponerse extrañas entre ellos, el veinteañero a penas le hablaba, aunque a sus hijos no había dejado de hacerlo, todas las noches le hablaba a su estomago con ternura infinita, ternura que años atrás no habría podido mostrar con nadie – Annoris y sus hijos realmente sacaban lo mejor de él – pero a ella, a la ojigris la miraba dolido.

-¿No le respondiste nada? – preguntó Lili mirándola con los ojos abiertos, Annoris se sonrojó y negó con la cabeza. ¿Qué estaba mal en ella?

-Me congelé, nadie antes me lo había dicho – le recordó poniendo su mano en su estómago, dando un gemido de dolor al sentir patadas en su estomago, lo peor era cuando se ponían de acuerdo para patear al mismo tiempo, las cosas se ponían bastante pesadas para ella en ese momento. Ese pequeño gesto de dolor distrajo a su amiga por completo.

-¿Qué se siente estar embarazada?

-Es lo peor que te puede pasar – fue lo primero que dijo Annoris sin meditarlo antes – Quiero decir, si es hermoso sentir las pataditas, sentir vida dentro de ti y saber que son tus hijos los que están dentro, pero nadie suele mencionar el dolor de espalda, ni como se hinchan los pies, tampoco que lo único que quieres hacer es dormir, comer y a veces incluso llorar o reír dependiendo del caso. Pero las ansias de verlos compensa todo eso – dijo sonriendo recordando aquella vez en el consultorio, cuando se enteró que eran niños e Ian y ella habían estado buscando nombre. Recordó a Ian alzando su ceja expectante por un nombre bueno.

Amaba cuando hacía eso, cuando alzaba sus cejas y sonreía con insuficiencia.

Tal vez no era perfecto, tal vez sus cejas eran demasiado pobladas y su sonrisa un poco torcida a un lado pero a pesar de esos defectos – y de muchos otros que en lugar de hacerlo parecer feo lo hacían increíblemente sexy – creía que era el hombre más guapo que había visto alguna vez.

Y la amaba, a ella y no a alguien más. La trataba como algo especial – sin dejar a un lado por supuesto aquel carácter bromista y arrogante que tanto la enojaba.

-¿A que le tienes miedo? – escuchó a lo lejos a su amiga interrogándola.

-¿Por qué lo dices?

-Ian es un buen chico, te está apoyando y todo eso y aún así te niegas a aceptar que lo amas y eso nos lleva a preguntarnos ¿a qué le tienes miedo?

-No lo sé. – dijo mordiéndose el labio sabiendo que mentía. Tenía miedo del futuro, porque hasta ahora nada era como ella lo había pensado. 

***

Annoris subió a su habitación después de haberse comido dos paquetes de esas galletas que tanto le gustaba, y se acostó cansada físicamente. 

Se quedo un rato viendo el techo pensando un poco los hechos de su vida, en Ian, por ejemplo. Sin duda era una persona que había llegado a su vida para traerle felicidad y mostrarle que no todo estaba perdido.  Sonrió y acaricio su estomago sintiendo como los bebés pateaban..

 -Según el libro de maternidad ya me pueden escuchar - le habló Annoris a su estomago - Los quiero - susurró con adoración. 

Después se dormió toda la tarde y no se despertó hasta que sintió como una mano acariciaba su mejilla y luego su boca y repetía la acción varias veces, sonrió por dentro y abriendo los ojos lentamente vio a Ian a su lado, serio como había estado ultimamente

-Ian - susurró la chica sonriendo con ganas - Yo también te amo. - El chico asintió con una sonrisa oculta

-Ya sabía - afirmó provocando que Annoris rodará los ojos. De verdad que ese chico no tenía remedio

***

Esta chiquito pera está lleno de amor por mi parte, espero que les guste (:

Les quiero agradecer a todos por los mensajes que dejan, me emociono tanto cada vez que los leo :DD Así que, espero que les haya gustado ¿CUAL ES EL CAPITULO QUE MÁS LES HA GUSTADO HASTA AHORITA? 

Embarazo adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora