Bueno ¿que les puedo decir? no es la primera historia que escribo pero si una de las pocas que me agradan mucho. Espero que les esté gustando y me gustaría que comentarán (:
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Miró a Ian buscando una mirada que le dijera que hacer. Todo aquello la asustaba.
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-Mamá - susurró una pequeña de ojos inmensos y tristes. La niña caminaba aferrando con fuerza a su muñeca Cindy, su querida muñequita. Se acercaba a su madre temerosa de que le gritará una vez más.
Esta vez la pequeña no podía alejarse, aún cuando su madre le alzará la voz suplicando que lo hiciera. Así que reuniendo el valor suficiente se acercó de nuevo preparada o consciente de la reacción que podría tener aquella mujer que ella amaba con locura, a pesar de que no hubiera comido el cereal que ella misma le había preparado, o le hubiera tirado el vaso con agua que le había servido o incluso aunque hubiera dejado de ser su madre durante todas esas horas. Si porque esa mujer no podía ser su madre, porque si así fuera, ya se hubiera levantado, la hubiera alzado en brazos y dado un beso grande y sonoro en su mejilla.
- Mamá - insistió alzando un poco su voz temblorosa. La mujer alzó la mirada por primera vez y ella sintió temor y aún así siguió caminando hasta llegar a su madre sentada en el sillón. Alzó sus pequeños brazos de una niña de 5 años y la abrazó.
Pasaron unos minutos antes de que su madre le regresara el abrazo pero cuando lo hizo supo que había regresado, que la mujer de abrazos cálidos y de sonrisa sincera volvía de nuevo a la vida.
-¿Me perdonas? - le preguntó la mujer a su adorada hija, odiándose por todo. ¡¡Por fin se habían librado de él!! Sin embargo se había olvidado por un momento de todo.
Antes de que su hija se acercará a abrazarla solo había podido pensar en él, en aquel hombre que había arruinado un pedazo de su vida, el mismo hombre que le había dado aquella personita que tenía en sus brazos. Se derrumbó y lloró por todo ese tiempo que no había podido llorar para demostrarle a su hija que todo estaría bien y a pesar de todo, cuando las cosas parecían tener un futuro tan bueno había decidido darse por vencida. ¿Cómo se había dejado caer sabiendo que tenía a Annoris?
Abrazó con más fuerza a su hija prometiéndose que le mostraría a su pequeña lo maravilloso que el mundo podía ser, que no todas las personas eran como su padre. Se encargaría en cada segundo de su vida hacer feliz a su querida Dorotea.
Ivon no contaba con que a su hija se le hubiera roto ya un pedazo de su pequeño corazón infantil.
Con el corazón herido Annoris se había prometido no derramar ni una sola lágrima en frente de su madre. Había jurada que se mostraría fuerte. Su madre necesitaba de ella más de lo que ella misma necesitaba de su madre.
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Ivon sabía que no era bueno llorar para ella, sabía que cuando lo hacía era incapaz de parar y también estaba consciente de que ese momento no era el mejor para dejarse llevar así que, agarrando dominio en su ser dijo:
-Dororeta déjame sola con Ian - Annoris la miró sorprendida, sin embargo siguió ahí sentada como si Ivon no hubiera dicho nada. Sentía como su cerebro se desconectaba de su cuerpo para convertirse en algo así como un fantasma que sólo miraba sin querer hacerlo, sin poderse mover.
-Annoris - pidió Ian en un arrebato de madurez, deseaba hablar con la madre de Annoris, poder entender a ambas y así poder decidir de una vez por todas que hacer con ese embarazo.
-Ve a tu cuarto - le ordenó Ivon dejando entre ver un poco su falta de paciencia, y Annoris se paró como si la voz de su madre fuera su propio cerebro y mirando por última vez a ambos se alejo subiendo las escaleras.
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Embarazo adolescente
Romansa-Tienes unos ojos hermosos - dijo Ian poniendo una mano en la barbilla de Annoris alzando su rostro para tener fácil acceso a sus labios y cuando se acercó para besarla Annoris olvidó por un momento quien era. Pero entonces, las imágenes de aquella...