Tardanza
Bree
No disimulo mi cansancio. Flora tampoco.
Ambas nos quedamos hasta altas horas de la madrugada viendo películas, por lo que terminamos despertándonos cerca del mediodía. Nadie le vería lo malo a dormir hasta tarde, pero yo sí: mamá no está, por lo que me toca hacer el almuerzo. Ahí está lo malo: no tengo tiempo.
Después de que saliéramos de Portugués y recuperara el teléfono de mi (nuevo) compañero, volví a insistirle para que me lo diera; después de que le explicara lo que quería hacer, accedió. Ingresé mi número en sus contactos y me mandé un mensaje para tener el de él también. Hubiera sido más fácil haberle dado el mío o pedirle que me dictara cada uno de sus números mientras yo lo registraba, pero me pareció más divertido verlo como se ponía en alerta por lo que podía encontrarme en su celular si adivinaba la clave.
Hablando de eso, tuvo suerte. La última combinación que había pulsado antes de que Souza me arrebatara el móvil tampoco era la correcta, por lo que zafó de que se bloqueara.
Salvado por el de arriba.
Sin embargo, no por mucho.
Sin otra opción, y al igual que Sunny y yo, tuvo que dejar de lado los planes que tenía para la tarde de este sábado porque haremos algo los tres juntos: salir de compras. En realidad, a hacer el presupuesto de la idea que tenemos en mente para la decoración del baile, no obstante, mi amiga y yo aprovecharemos para traernos algo del shopping. Siempre lo hacemos, en un clásico.
Por el poco tiempo, recaliento las sobras de la cena de anoche en el microondas mientras pongo la mesa para dos mientras mi hermana se asea en el baño. Luego, lo hago yo, pero la cara de zombie no se me va ni siquiera después de comer un chocolate de postre y usar tapa ojeras. Los bostezos son otro tema: inevitables.
A duras penas me puedo mantener de pie.
Suspiro y miro el reloj. Van a ser las tres y mamá aún no llega. Sunny y Zeph, tampoco.
Ya que mi casa, más bien departamento, es el más cercano al único centro comercial que tenemos en la ciudad, les propuse que nos juntáramos aquí para evitar perdernos o desencontrarnos allá. Apenas desperté, recordé que mi compañero de ojos color cielo no sabe dónde vivo, por lo que envié la ubicación al grupo que armamos, indicando también que hagan sonar el timbre del 3D cuando llegaran.
Ese mismo es el que oye cuando las agujas ya marcan las tres con un minuto. Y como una quisquillosa de la puntualidad que soy, apenas abro digo:
—Tarde.
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Invitación a volar
Historia CortaSe acerca el baile de primavera. ¿Qué estarías dispuesto a hacer para invitar a la chica que te gusta? Zephyr Lake lleva años enloquecido por la chica de los idiomas y cabello multicolor, Breena Sanders. Sin embargo, a pesar de que han compartido va...