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...Miénteme como siempre, por favor miénteme, necesito creerte culpable o no...

Narra Vanessa

Dejé mi cabeza recargada en el asiento del taxi, no supe cuanto tiempo pasó hasta que llegué a lo que ya no podía llamar mi casa. Pagué con el poco dinero que tenía en las bolsas y mis manos no dejaron de temblar cuando se lo di al chofer.

Subí por las escaleras tambaleante, tuve que apoyarme de las paredes para no tropezar. Sentí que alguien mencionó mi nombre falso y sujetó mi cuerpo.

—Ashley, ¡Ven, por favor! Gabriella viene muy mal.

Sentí otras manos tomar mi brazo y ambos me guiaron hasta mi habitación.

—Está helada—resaltó George—voy a prepárale un té.

Ashley y yo nos quedamos solas y está me abrazó con fuerza.

—¿Qué pasa Gabriella?

—Lo sabe, Zac lo sabe—balbuceé.

—¿Se enteró de tu secreto? ¿De ese que tenías miedo de decirle?

Asentí con la cabeza y me sumergí en su pecho mientras ella acariciaba mi cabello.

—Lo perdí todo, Ashley. Ya no tengo nada—susurré.

—Yo una vez perdí todo también, ¿sabes?—habló—incluso terminé en el Sur. ¿Sabes qué es terminar ahí?—negué con la cabeza—es un barrio horrible, lleno de pandillas y delincuencia. Todo el que se siente perdido se refugia ahí. Pero al final la vida me dio otra oportunidad y aquí estoy. Estoy segura de que lo hará contigo también.

Quise responderle que no era verdad, que me habían quitado mi la vida que conocía y que la nueva me la habían arrebatado de una forma peor.  Pero no dije nada y dejé que siguiera acariciando mi cabello.

Fingí quedarme dormida varios minutos después, me metió a la cama y apagó la luz. Cuando la vi salir empecé a empacar mis pocas cosas y volver a llorar en el piso.

Narra Miley

Seguí a Zac por todos lados intentando hablar, pero él se esforzó muchísimo para fingir que no escuchaba. Varias  mesas me llamaron, sin éxito, para atender sus pedidos. Fue hasta el final de turno que pude hablar con él metiéndome al vestidor de los hombres ganándome las miradas y reproches de todo.

—¿No te ha quedado claro que no me interesa hablar contigo?—expresó Zac molesto sin mirarme.

Contrario a los demás que se quedaron quietos al escucharlo. En los años que llevábamos trabajando ahí todos sabían que era como mi hermano y nunca, por ningún motivo, habíamos discutido, ahora todos estaban sorprendidos ante tal escena. Sin embargo yo no me moví ni un centímetro.

—¿No escuchas? ¡Vete!—insistió y se acercó a mí.

—Zac, tranquilo.—intervino Nick colocándose en medio de ambos.

—Nick, no te metas—le pedí—Zac, por favor recapacita.

Se alejó nuevamente a su casillero donde guardó su ropa y aventó la puerta. Dio media vuelta y pasó por mi lado sin mirarme.

—¡Zac, Zac!—grité y traté de seguirlo pero una mano me detuvo.

—Sea, lo que sea, creo que no es momento de insistirle—me aconsejó Nick.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora