14

161 8 3
                                    

Nos estorbó la ropa
Dejamos que las prendas se cayeran
La noche estaba fría porque nevaba
Pero de nuestro amor se hacía una hoguera
Yo me enredé en tus brazos
Dejé que a tu manera me quisieras
La noche estaba fría pero pero nosotros
Hicimos del invierno primavera

Narra Zac.

No pude evitar reírme al ver a Gabriella comer el líquido caliente que tenía delante de ella. Me había platicado que no le gustaban las bebidas alcohólicas, le parecían de mal gusto e innecesarias. Así que tomar tequila, la solución para todos los problemas de Miley, le había caído mal.

Me miró con sus ojos enormes, penetrando el color chocolate en mi mente.

—¿Cómo estás? —fue lo primero que se me ocurrió.

Se apresuró a tragar el caldo que tenía en la boca

—Mucho mejor ahora que estas aquí—sonrió tiernamente.

Gesto que veía por primera vez en ella, desde que la conocí siempre había mostrado ciertos rasgos de superioridad, aunque trataba de ocultarlo era obvio que no le gustaban ciertas cosas de su casa, del barrio y sobre todo del bar, donde ya Christian me había comentado que mi amiguita tenía varios conflictos con clientes. Pero ahora estaba ahí, dejando ese orgullo de lado.

—Dylan te manda eso—le di una botella de suero—aunque técnicamente no sabe que la tomé del refrigerados.

Sonrió, pero no miró la botella, sólo me miraba a mí así que decidí sentarme más cerca de su mesita de noche. Ella también se levantó de su silla y llegó a mi lado, sin soltar la taza de café que ya iba por la mitad.

No sabía si era buen momento para hablar de lo que había pasado con Alexandra pues Gabriella ya se había recostado en mi hombro y a juzgar por sus ojos con mirada más enfocada, ya le estaba haciendo efecto el café.

—Gabriella...

—¿Hmm?

—Lo que viste con Alexandra....

Se incorporó para verme a los ojos, en efecto no era el momento.

—No quiero hablar de ella ni de Michelle—negó con la cabeza mientras su cabello volaba.

—No tengo nada con ellas.

Me miró buscando encontrar una respuesta en mi rostro.

—No tienes por qué darme explicaciones, Zac. Yo sólo soy una desconocida que como tú dijiste, pronto se irá. Ellas no.

Suspiré. Me partía el corazón saber que se iría, pero más que creyera que no me convenía.

—Nunca he estado interesado en ellas.

—Pero Michelle es doctora y Alexandra te ha ayudado mucho, en cambio yo...

—En cambio tú—la interrumpí y le sujeté la cara—eres la chica de la que estoy enamorado.

Parpadeó unos segundos y una sonrisa iluminó su rostro.

—No me importa si te vas mañana o en un año, te quiero Gabriella y estoy dispuesto a todo por ti. ¿Y tú?

Su respuesta fue el acercamiento de sus labios a los míos, tenía un sabor a café con restos de tequila, Miley era muy predecible. Su mano comenzó a subir por mi entrepierna.

—Esta es mi respuesta.

La mirada tierna había desparecido y el deseo se había apoderado de ella, enredó sus piernas alrededor de mí, se atoró de mi cuello y comenzó a besarme más desesperadamente. Nuestras respiraciones se fusionaban en una sola, haciendo un ambiente sólo nuestro.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora