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Narra Zac

Quise comprar un traje para la cena con la familia de Vanessa, pero esta no me dejó. Insistió que con los jeans me veía muy bien y ella también optó por un atuendo parecido.

—¿Quieres esperar a Franco o irte en el Lamborghini?—preguntó bajando en el elevador.

—Si te digo que me excita verte conducir un deportivo, ¿qué elegirías? —respondí divertido.

—Vámonos en mi coche y lo hacemos en casa de mi mamá—sonrió y yo me sonrojé, no estaba seguro de poder concentrarme en esa mansión.

Con una mano en el volante y la otra sobre la mía nos dirigimos a casa de su mamá, no era mentira lo que dije respecto de verla conducir, pero en esos momentos solo podía pensar que estaba a unos minutos de conocer a la familia adinerada de Vanessa, suponía que siempre habían deseado que se casara con un empresario.

Me sudaron las manos al atravesar un gran portal y ver una fuente al final del camino. A diferencia de su departamento, este lugar tenía un diseño más clásico y conservador que se dejaba ver en todos los detalles antiguos. Respiré profundo cuando estacionó el coche y miré al cielo en busca de ayuda. Aunque sabía que ella no me dejaría caer, sentía mis piernas tambalear, incluso cuando su mano me sujetó fuerte.

—Pasa Vanessa, están en la biblioteca—nos recibió la mujer que abrió la puerta—tu debes de ser el novio.

—Zac, ella es mi nana—nos presentó—la más consentidora del mundo, así que si soy muy berrinchuda cúlpala a ella.

—Mucho gusto—extendí mi mano, pero la ignoró para darme un beso en la mejilla.

—Ya les llevo algo de tomar—dijo antes de desaparecer.

Recordé esta escenografía inmediatamente, fue el lugar donde Vanessa anunció que se iba del país dejándonos a todos con un vació en el corazón. Ahora sabía que lo hizo porque los cómplices de Austin seguían libres y no podía poner en riesgo a ninguno de nosotros mientras Stabler y Benson terminaban su trabajo.

Apreté sin querer su mano cuando llegamos a la puerta de lo que me imaginaba era la biblioteca, antes de entrar me miró y asintió, tenía que confiar en ella. Del otro lado de la habitación había tres mujeres de pie que voltearon enseguida al escucharnos entrar. La mayor de ellas dejó su copa y caminó hacia nosotros, las otras dos la siguieron con paso más lento.

—Mamá, él es Zac—dijo Vanessa.

Quise presentarme pero la mujer se puso de puntitas y besó mi mejilla. Era de estatura pequeña, cara regordeta y ojos del mismo tono que su hija, los que ahora parecían muy sorprendidos de verme.

—Bienvenido, hijo—esbozó una sonrisa.

—Esas de allá con Stella, mi hermana y Selena, la adoptada de la familia—nos presentó.

—Zac Efron, mucho gusto—respondí con timidez.

—Por fin te conocemos—dijo Selena—Vanessa no deja de hablar de ti.

Sentí calor en las mejillas y busqué la mirada de mi novia que solo rodó los ojos y sujetó el brazos de su hermana mientras caminamos al sofá. Sabía que ellas no eran muy unidas y que desde su problema se habían alejado aún más, sin embargo, parecía que habían arreglado sus diferencias y ahora se sentaban juntas.

—Zac, estoy muy feliz de conocerte—habló su mamá—muchas veces creí que moriría sin ver a mi hija enamorarse.

—Yo, am, también estoy muy enamorado de ella, señora—balbuceé sin saber muy bien qué decir.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora