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Narra Miley

—"Y con la captura de estas tres personas el caso de H&T queda cerrado"—leí una nota en voz alta—por fin, Vanessa se libró ahora sí de todos sus enemigos.

—Y también de sus amigos—agregó Nick.

—Ese es otro tema—contradije—lo bueno es que ahora sí puede rehacer su vida.

Habían pasado dos meses desde que vimos en la pantalla a Vanessa ser libre. Pensé que  en algún momento nos iba a llamar, que iba a intentar comunicarse con nosotros, pero fue en vamos. Lo único que tuvimos de ella fue una foto en los periódicos llegando al aeropuerto de Nueva York con una pequeña entrevista que confirmaba su viaje a Suecia.

Me extrañaba que Nick estuviera más molesto que yo, o incluso que Zac, pero es que nosotros dos lo único que queríamos era que fuera libre y feliz, así que nos resignamos a que estuvimos con ella en el momento adecuado. En cambio Nick nos había visto llorar por esta situación, por lo que no se alegraba en absoluto de que Gabriella hubiera desaparecido por siempre

A pesar de todo esto, las cosas parecían mejorar para nosotros. Alexandra nos llamó un día para presentarnos a un inversionista que estaba interesado en la compra del bar con la única condición de que estuviera el grupo completo. Todos aceptaron sin problema excepto yo, que ya no quería ser mesera una vez graduada, ni Zac. Pero cuando a mí me explicaron que si no íbamos todos no hacían la compra, me acomedí para convencer a mi amigo.

—Por favor, Zac. Hazlo por ellos—dije señalando a todo el grupo—necesitamos ese trabajo.

—Lo siento, pero no puedo volver—respondió afligido—además, ¿Qué clase de condición es esa? ¿Por qué no contratan a alguien más?

—Miley tampoco quería volver—añadió Camila—pero es importante para nosotros, Zac. Nos quieren a todos.

—No estamos todos—aseguró.

Nos quedamos en silencio hasta que Nick habló sabiendo perfectamente a que se refería.

—Ella nunca fue mesera ni mucho menos una de nosotros—le di un codazo para que se callara pero me ignoró—No olvides a tu gente, Zac. Ni lo mucho que te necesitamos.

Después de varios ruegos aceptó, pero nos advirtió que solamente se quedaría en lo que se cerraba el trato y él pudiera renunciarle a los nuevos dueños. Una vez que todos firmamos nos pidieron un mes en lo que remodelaban el lugar, pero nos pagaron nuestro sueldo íntegro.

Para ese momento el inversionista ya se habia ganado el respeto de todos, pues nos trataba con mucha amabilidad y cumplió con lo prometido en la primera junta. Incluso, además del dinero de la venta, a Alexandra la había contratado como asesora, me imagino que no estaba al tanto de los problemas fiscales que tuvo por no saber administración. Aún así, ella aceptó con gusto y siguió siendo nuestra jefa en cierto modo. Pero sin duda, la mejor cosa que el dueño hizo fue hacer una cena el día antes de la inauguración invitada por él donde nosotros no trabajaríamos y nos dedicaríamos comer y beber.

Así que, después de alegrarme porque los problemas de Vanessa se habían terminado, me arreglé para ir al evento.

Narra Zac

No tenía ninguna intención de ir a esa cena. Quise cancelar más de tres veces pero todos estaban tan entusiasmados que no podía dejarlos tirados, porque una vez más la condición era que estuviéramos todos y para lograrlo hizo extensiva la invitación a nuestras familias. También por eso acepté, llevábamos un año contando cada peso para poder comer que no le negaría a mi madre y hermano una cena digna sólo porque ese lugar me traía recuerdos.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora