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Usted me desespera, me mata, me enloquece.
Y hasta la vida diera por vencer el miedo de besarla a usted.

Narra Vanessa

Habían pasado 2 semanas desde que empecé a trabajar en el bar, el padre de Alexandra estuvo de acuerdo con ella al no poderme dar el sueldo mínimo, pero sí aceptaron pagarme un porcentaje más alto que sólo las propinas y comer con descuento dentro del bar.

También en ese tiempo George me dejó usar su computador 3 veces, pero en ninguna ocasión vi algo importante que me ayudara a volver a casa. Revisé cientos de correos, que no había prestado atención antes, en los que me avisaban que bloquearían mis tarjetas por mal uso, eso había sido una semana así estaba segura ahora añadirían a mis crímenes el no haber pagado mis deudas bancarias.

Ya no habíamos tenido problemas por el tema de la paga, estaba tranquilo con tener el collar, en cierto modo creo que le caía bien y él seguramente se había dado cuenta que no me iría pronto.

Casi era un mes desde que salí corriendo de Nueva York y lo único que alcanzaba a leer en los periódicos electrónicos cada que me conectaba era que me estaban buscando y que Ashley seguía detenida. Aparecía la cara de Austin en muchas entrevistas diciendo que estaba trabajando por resolver pronto ese caso, por lo que yo confiaba en que él tenía razones muy poderosas para no buscarme y yo esperaría con calma.

Total, ahora tenía un trabajo, el dueño de la pensión ya no me quería correr y tenía a Zac de mi lado. El agua fría tampoco me importaba ya mucho, los primeros 3 días quería llorar, ahora solo trataba de que fuera algo rápido.

La noche del primer día de trabajo no se había repetido, lo que agradecí de no tener que ver a ese tal Kellan ni Zac lidiar con los esposos de las madres de sus alumnos.

Hablando de este último, nuestra convivencia había aumentado, llegábamos y salíamos juntos del bar, algunas veces yo seguía cocinando en su casa, aunque a su madre parecía no hacerle muy feliz mi presencia y particularmente ese día por la tarde había ido por él a la escuela. Una semana antes me había llevado a conocerla para cuando algo necesitara.

Me coloqué mi outfit favorito de los 5 que tenía, ya me había aprendido las rutas del metro así que caminé hasta llegar cerca de la puerta donde una profesora estaba entregando a los niños. Nunca había podido convivir con ellos por más de 10 minutos, pero verlos salir corriendo con sus mochilitas en los hombros me hacían sentir ternura.

Zac no tardó en salir pero no lo hizo solo, venía con un niño y su madre, una mujer de cabello negro y tez morena.

—¡Gabriella! —me saludó con sorpresa—No sabía que venías.

Me sentí incomoda por un momento y se lo atribuyo al hecho que su acompañante me miró fijamente después de barrarme con su mirada.

Me daba gracia que desde que me había convertido en Gabriella todo mundo tenía esa expresión hacia mí.

—Te presento a Michelle.

Ah, con que ella era la manzana de la discordía.

—¿Ella es su novia, profesor? —preguntó el niño con voz inocente, a lo que Zac se ganó la mirada incriminatoria por parte de Michelle.

—Eso no te importa Brian—lo reprendió su madre.

—Es que es bonita—insistió el niño.

—Muchas gracias—le sonreí con ternura tocando su mentón.

—Nos vamos, Zac—dijo la mujer con un tono serio en su voz—no dudes en llamarme si tienes alguna duda y dile a tu hermano que se pase por el consultorio cuando quiera.  Hasta luego.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora