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Narra Vanessa

Cuando llegamos al bar Alexandra ya me estaba esperando con las manos en la cintura. Ni siquiera me pude estacionar ya que enseguida se paró a lado de la puerta del piloto y empezó a golpear la ventana.

—¿Por qué le pegas a tu camioneta?—pregunté después de bajar el vidrio.

—La idea era que regresaras inmediatamente, no que te fueras de paseo con tus amigos—bufó—bueno, tú si puedes usarla Zac.

Él le sonrió a Alexandra y yo lo lancé una mirada acusatoria. Miley se bajó enseguida, no tenía ánimos de presenciar nuestra discusión, aunque logré sacarle una sonrisa al contarle la anécdota del día.

—¡Ya bájate!—exigió

Sentí satisfacción al verla tan molesta que me demoré unos segundos en darle sus llaves y a propósito no le puse el freno de mano.

—Fíjate, estúpida—protestó cuando el coche se movió solo y ella tuvo que subir rápidamente a frenarlo.

No pude evitar sonreír pero Zac negó con la cabeza, encogí los hombros y lo abracé para dirigirnos al bar. Para mi sorpresa todo el personal estaba ahí a mi espera, Chris, Sophie, Katy, Shawn, Charles, Camila, Nick y Miley, la cuál ocultó muy bien su tristeza cuando se unió al aplauso de todos. Solté la mano de Zac para abrazar a cada uno de ellos.

Dejé a Camila hasta el final. Mi actitud con ella no había sido la mejor antes de irme, pero después de Miley ella era mi favorita.

—George, Ashley y yo estamos haciendo todo lo posible para que el sujeto que está rentando tu cuarto se vaya—me dijo animada—es religioso y anoche Ashley se le metió al cuarto desnuda, fue muy divertido.

No pude evitar reírme con ella. Me alegraba saber lo que mis amigas eran capaces de hacer por mí.

—Espero que pueda volver pronto, el sofá de Miley no es lo más cómodo.

—¡Te escuché!—gritó la mencionada que tomaba un vaso con agua.

—Eso sí, Ashley está muy molesta contigo—agregó Camila ignorando a Miley—y se siente muy culpable de que terminaras viviendo en el Sur, dice que si no lo hubiera mencionado tú estarías en Nueva York con tu familia. Por cierto, ¿Cuándo te vas? Creí que ya tenías el pasaje.

Abrí la boca para responder, aunque no sabía muy bien qué iba a decir, cuando Alexandra entró gritando que nos pusiéramos a trabajar y a mí me amenazó con despedirme si hacía alguna tontería, pero la ignoré creo que en el fondo nos gustaba fastidiarnos la una a la otra.

Sentí más grande el uniforme, no me di cuenta de los kilos que había perdido hasta ahorita. Era reconfortante volver a sentirme útil dentro de un trabajo. Había vuelto a casa, no podía llamarle de otra forma a este lugar, pues era donde estaba mi familia.

Era más de media noche cuando aproveché un pedido en la barra para recordarle a Zac cuanto lo quería. Estábamos tonteando cuando me di un codazo para que dirigiera mi vista a la entrada, y es que Liam estaba ahí con una chamarra negra buscando entre la gente. Enojada salí a su encuentro.

—No deberías estar aquí—dije al estar frente a él.

Me miró de abajo hacia arriba con cierto desprecio. Estaba tan acostumbrada a ese gesto que ya me daba igual.

—Así que te dejaron volver—comentó.

—No es de tu incumbencia.

—Tienes razón, vengo a ver a Miley.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora