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Narra Zac

El hormigueó en el brazo me despertó y sonreí al ver la razón. Vanessa estaba profundamente dormida. Su aspecto, que tenía meses sin ver, reflejaba mucha tranquilidad.  Me dio pesar despertarla, pero cuando vi que eran las 4:30 supe que teníamos que volver a la vida real.

—Bonita, es hora de irnos—dije después de darle un beso en su cabeza.

Recibí un quejido de su parte y no percibí ninguna intención de despertar. Bajé más mi cuerpo para quedar frente a ella y la rodeé con mis brazos.

—Tengo que ir al trabajo—insistí

—No quiero abrir los ojos, ver que no estas y darme cuenta de que lo de anoche solo fue una alucinación—susurró en mi pecho.

—No lo es, puedes abrirlos.

Insegura de mis palabras abrió uno solamente para asegurarse de que era verdad, cuando le sonreí hizo lo mismo y me miró con ambos ojos.

—No te vayas—suplicó y me abrazó con fuerza.

Deseaba tanto cumplir su petición y quedarme con ella, pero ahorita las cosas no estaban bien en la escuela como para faltar y aprovecharía para hablar con Michelle.

—Puedes quedarte si quieres, la habitación se entrega hasta las 12—sugerí.

Negó con la cabeza y se talló la cara.

—Vamos.

Encontramos nuestra ropa tirada en el piso, sonreí al ver su cuerpo desnudo y tuve que girar la mirada para concentrarme en que tenía que dar clases.

La acompañé a su casa y en el mismo taxi fui a la mía. No había luces prendidas y no quise cambiar eso para que mi mamá no se despertara y no intrigara el porqué de mi repentina felicidad. Me bañé rápido solo para quitarme el aroma de Vanessa que, aunque no quería hacerlo, mis alumnitos de 5 años a veces eran muy curiosos con sus preguntas.

Llegué a la escuela casi 3 minutos antes de la hora.

—Hoy se ve muy feliz, señor Efron—dijo Laura, una de mis alumnas.

No recordaba lo que era esa emoción, llevaba semanas con mucho rencor mezclado con tristeza, pero después de esta noche parecía que esos sentimientos no volverían a aparecer.

Las 6 horas pasaron muy rápido, ya faltaba poco tiempo para las vacaciones y tenía muchos planes para pasar el tiempo, los que que incluían a Vanessa. Me gustaba pensar en ella con su nombre real, porque era como si hubiéramos traspasado una barrera y eso nos unía más.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando las mamás y niñeras de los niños llegaron a la puerta del salón por ellos. Michelle se quedó hasta el final, como siempre últimamente, sólo que ahora muestra conversación sería muy diferente.

—¿Cómo estás?—preguntó cuando estuvimos a solas.

Siempre iniciaba de esa mandara su conversación para yo posteriormente decirle que no muy bien pero hoy sonreí como respuesta.

—¿A que se debe tanta felicidad?—cuestionó sorprendida.

—Volví con Gabriella—confesé.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora