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   Narra Michelle

No podía creer en lo que Zac se había convertido, era tan fácil nuestra relación antes de qué Gabriela llegara que ahora era increíble que me tratara de esa manera y me culpara a mí por nuestra fallida amistad, cuando solamente yo quería ayudarlo y apoyarlo como él lo había hecho conmigo en mi divorcio.

Aproveché que fui a dejar a Brian con su papá para poder hacer todos los pendientes que venía retrasando por trabajo. Uno de ellos era justamente ir a recoger la denuncia que había puesto por el robo de mi casa, ni siquiera a Zac le importó eso, él solamente pensaba en Gabriella y en qué nadie le tocará un pelo. La odiaba tanto.

Fui a la comisaría justo después de salir del hospital, estos trámites me daban mucha pereza pero necesitaba la constancia de que fui ultrajada en mi propia casa y de que me habían robado la televisión de 63 pulgadas del estudio, menos mal que yo estaba trabajando y Brian con su padre. Me senté a esperar mi turno, había muchas personas quejándose y con el cansancio que tenía me fastidié de inmediato, revisé mi celular varias veces y una vez que me aburrí, comencé a dar vueltas por el lugar. Estaba entretenida viendo a los crimínales más buscados cuando la foto de una conocida llamó mi atención.

—No puede ser—dije para mí.

Leí varias veces el nombre y me concentré en la cara. Era ella, no había duda. Su cabello negro, ojos color chocolate y sonrisa altanera me decían que era la mujer que más odiaba.

Escuché a alguien decir mi apellido, pero ya no me importaba la maldita denuncia. Sujeté mi bolso y corrí a la camioneta para ir a casa,  las luces del semáforo me parecieron eternas  antes de poder llegar. Dejé todo en la sala y corrí a abrir la Laptop, en el buscador predeterminado googlee el nombre de Vanessa Hudgens. Y ahí estaba, lavado de dólares, evasión fiscal, huir de la policía y complicidad en un asesinato.

Me llevé una mano a la boca sorprendida y con la otra seguí abriendo páginas relacionadas al caso. No era niñera como nos había hecho creer, era la dueña de una importante inmobiliaria de casi un siglo de existencia. Según un video, su socia y mejor amiga había muerto en un accidente de automóvil, pero en otra página relacionaban directamente ese acontecimiento como parte de los delitos empresariales.

Tomé el celular para hablar con Zac, tenía que advertirle quién era ella. Pero cuando apareció la opción de llamar recordé el miedo que tenían tanto él como Miley de que la policía tuviera contacto con Gabriella. Ellos lo sabían y habían decidido encubrirla.

Decidí entonces hacer otra cosa. Entré a la página oficial del FBI y busqué el caso para encontrar a los responsables, debía de haber una forma de contactar para brindar información. Marqué el número que aparecía primero y pedí hablar con el agente Stabler.

—Me llamo Michelle Rodríguez—dije cuando me contestaron—tengo información del caso Hudgens.



Como si fuera una llamada que esperan con ansias me pidieron un segundo y escuché que me ponían en altavoz y a mucha gente reunirse alrededor.

—Dígame—exigió una voz masculina.

—La chica lleva un año viviendo y trabajando en Los Ángeles, tiene una vida bajo el nombre de Gabriella Gómez y trabaja como mesera en el bar Olympic.

—Perdón, creo que no es la persona que buscamos si dices que trabaja como mesera—respondió una mujer.

—Estoy segura de que es ella—insistí—puedo darles la dirección de su casa y del bar.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora