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Narra Zac

Me costó mucho trabajo decidir el ir a hablar con ella, no quería verla ni escucharla, pero si yo podía evitar que le pasara algo peor y no lo hacia me arrepentiría toda la vida. No me importó Alexandra ni el trabajo, en cuanto terminé de hablar con Miley y Nick tomé un taxi hacia el Sur, con la única seguridad de que no sería una noche fácil.

Entré al bar y la vi de lejos, estaba platicando con la misma muchacha de siempre, hasta eso tenía suerte de siempre encontrarse con alguien que la apoyara. Giró su rostro y me miró, a pesar de que había contemplado su estado más deplorable cuando estaba sobria seguía teniendo el mismo porte de arrogancia que el día uno, o al menos lo aparentaba conmigo.

—¿Qué necesitas?—preguntó en tono frío.

Suspiré antes de responder, pensando si había hecho lo correcto al ir a verla. Pero ya estaba ahí.

—Hablar contigo y quiero la verdad, ¿Estás dispuesta?

Algunas gotas de sudor corrieron por mi nuca. La principal razón por la que no quería hablar con ella en todo este tiempo era porque a la primera palabra me convencería de que debíamos estar juntos.

—Elige una mesa—respondió.

Creí ver una sonrisa formarse en su rostro, iba a seguirla pero estábamos por tocar un tema importante y no me parecía el sitio más adecuado para ello. Me miró desde lejos cuando se dio cuenta de que no me moví de la entrada. Sus facciones cambiaron drásticamente, como si tuviera miedo de saber que me había arrepentido, por lo que volvió enseguida a mí.

—Preferiría hacerlo en otro lado—confesé.

Torció la boca y miró a la chica de la barra, se mordió el labio pero asintió enseguida acelerando su paso a la salida.

Caminamos en silencio hacia la esquina para tomar un taxi y la falta de palabras siguió todo el camino. No tenía mucha idea a dónde podíamos ir para que nadie nos escuchara, así que sólo le pedí al chofer que avanzara. No podía recordar la última vez que habíamos estado los dos en un asiento trasero, aunque no había pasado tanto tiempo, las últimas semanas convirtieron todo en una eternidad agonizante.

Al ver que llegamos a una zona turística pedí que nos dejara en la entrada de un hotel de 3 estrellas, Gabriella reaccionó enseguida dejando ver confusión en su rostro.

—Solo quiero que hablemos con toda la sinceridad posible y creo que es un buen lugar para hacerlo.

Miró hacia varios lados y abrazó su cuerpo.

—No es una trampa, ¿cierto?—preguntó asustada—¿Michelle no aparecerá con la policía en cualquier momento?

Su miedo era genuino y me dolió que pudiera pensar que yo la traicionaría. Había quitado todo signo de arrogancia y parecía preparada para correr en cualquier momento. Tomé su manos y la miré a los ojos, aquellos que llamaron mi atención desde el primer momento.

—Sólo quiero hablar contigo, te lo juro. Confía en mí—pedí.

Ella asintió y suspiró tratando de controlar su emociones. No me había dicho nada y ya podía sentir que sería una noche complicada. Siguió mirando a la gente mientras caminaba a la entrada del hotel. Su rostro estaba muy expuesto así que me quité la sudadera con gorro y se la ofrecí.

—Póntela para disimular, aunque ya no te pareces mucho a la chica de las fotos.

Obedeció sin decir más, di un paso pero ella sujetó mi mano.

Cuando te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora