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Hoseok se encontraba durmiendo debajo de las colchas, cubierto por la gruesa sábana blanca mientras contemplaba a su bebé, que ya tenía una semana de nacido. El omega jugaba con los pequeños deditos de su criatura y sonrió con dulzura. El día de su parto la situación se complicó mucho, perdió bastante sangre y tuvieron que meterlo en emergencia; pero luego de unas horas se empezó a recuperar. Pasó tres días en aquel hospital, bajo una vigilancia constante.

Cuando regresó a la casa, le sorprendió lo mucho que esta se había mantenido limpia, como si alguien hubiera hecho. Recién había terminado de alimentar al bebé y por el momento él, después de la cirugía que le hicieron y la transfusión de sangre, debía permanecer en reposo. El pensar que estuvo al borde de la muerte, solo le hizo recordar varios momentos de su pasado y preguntarse cómo hubiera sido si ya no estuviera vivo, ni siquiera era capaz de perdonarse al dejar a Jungkook solo, a ese joven padre e inexperimentado cachorro alfa cuidar de su hijo.

Bajó un poco la colcha, contemplando al joven alfa, que dormía en la mecedora con la boca abierta, completamente derrumbado, el bebé era todo un caos; lloraba mucho y las noches se habían convertido en un campo de guerra para el joven alfa que estaba demasiado exhausto. Y con toda esa carga, trataba de mantener su vida normal, ir al colegio en la mañana, en la tarde trabajar sin descanso y así regresar en la noche, hacer sus tareas y ayudar al omega con el bebé. Hoseok podía admitir, que el menor estaba haciendo su esfuerzo.

Jungkook empezó ahogarse en su propia saliva, fue lo que lo hizo reaccionar y despertar, bostezo estirando mientras notaba aquellos ojos de su omega que le contemplaban y le causó algo de ternura al ver al mayor esconderse entre las sábanas, desapareciendo sus rojizos pelos de forma divertida. Jungkook contempló desde la silla de aquel cuarto, la cama donde ahora Hoseok reposaba, la cirugía había llevado muchas horas, incluso el menor no había dormido hasta que lograron estabilizar por completo al mayor. Pero después que el mayor se estabilizó, logró volver a su nido para cuidar del pequeño bebé.

El joven alfa tuvo miedo que Hoseok realmente muriera y según los consejos del médico, era que el omega necesitaba estar en reposo hasta que el peligro pasara del todo. Por unos dos meses y estar pendiente de su salud.

—¿Cómo está el bebé? —preguntó el menor dando un segundo bostezo y empezar a tronar sus adormilados músculos y huesos. El joven alfa se levantó en ese preciso instante y se acercó a la cama del mayor.

—Durmiendo por el momento —dijo Hoseok bajando un poco las sábanas para dejar a la vista aquel hermoso nene de cachetitos rosaditos que dormía como si no hubiese un mañana—. Es muy pequeño y tierno.

—Parece una rata.

—¡Jungkook! —exclamó el pelirrojo al escuchar aquello.

—¿Qué? no es mi culpa que parezca una rata recién nacida —se defendió—, y además de eso heredó tu color de pelo —comentó el menor mientras se hincaba en el suelo para apoyar sus codos en la orilla de la cama sin dejar de ver maravillado la pequeña nariz respingada y sobresaliente del cachorro, luego se enfocó en las largas y negras pestañas del bebé.

Hubo un leve silencio. Hoseok contempló con fijeza al alfa,notando como en la esquina de los ojos ajenos se habían asomado unas pequeñas lágrimas. El pelirrojo sonrió con dulzura para tomar la manga de la camisa de Jungkook y lo acercó a él, terminando por acariciar la nuca desnuda del alfa.

—¿Por qué quieres llorar? —preguntó Hoseok.

—Tenía miedo de que aquel día en el hospital no sobrevivieras.

—¿Olvidaste que te dije sobre no dejarte solo? —le trató de recordar—, además, no me imagino a tí solo con el bebé. Serías un desastre.

JungHope|| The baby and WHO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora