𝒩𝑜𝓋𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝑜𝒸𝒽𝑜

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𝒴𝑜𝓊 𝓈𝒶𝒾𝒹 𝓉𝒽𝒶𝓉 𝓌𝑒 𝓃𝑒𝑒𝒹𝑒𝒹 𝓉𝑜 𝒻𝑜𝒸𝓊𝓈 𝑜𝓃 𝑜𝓊𝓇𝓈𝑒𝓁𝓋𝑒𝓈, 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒽𝒶𝓉 𝓂𝒶𝒹𝑒 𝓂𝑒 𝓌𝒶𝓃𝓉 𝓉𝑜 𝒹𝒾𝑒

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𝒴𝑜𝓊 𝓈𝒶𝒾𝒹 𝓉𝒽𝒶𝓉 𝓌𝑒 𝓃𝑒𝑒𝒹𝑒𝒹 𝓉𝑜 𝒻𝑜𝒸𝓊𝓈 𝑜𝓃 𝑜𝓊𝓇𝓈𝑒𝓁𝓋𝑒𝓈, 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒽𝒶𝓉 𝓂𝒶𝒹𝑒 𝓂𝑒 𝓌𝒶𝓃𝓉 𝓉𝑜 𝒹𝒾𝑒

Omnisciente

Ambos estaban sentados en una banca del parque. Tenían la mirada al frente, sin atreverse a mirarse. El labio inferior de Nique temblaba demasiado mientras intentaba contener las lágrimas. Jughead, por otro lado, intentaba contener las ganas de llorar. Por ella. Todo sea por ella.

—Creo que es lo mejor —dijo el chico.—. Tu...tu tienes que concentrarte en ti. En Yale. Y...yo en mi. Y en Iowa.

Nique asintió levemente.

—Si. Si...creo...creo que tienes razón —dijo con la voz rota. Intentaba no romper en llanto, pero las lágrimas se resbalaban por sus mejillas—. Es lo mejor...para ambos.

—Y...si estamos destinados a estar juntos —continuó Jughead, mirando de reojo el anillo de promesa que Nique tenía en su dedo—, la vida, el destino, el universo o...lo que sea, se encargará de cruzarnos en el momento correcto. Y entonces lo sabremos. Lo prometo.

Nique, incapaz de voltearlo a ver, asintió levemente.

Jughead miró el perfil de la chica. No sabía que decirle. Odia verla así. Dolía demasiado. Pero dolía aún más, saber que él era el causante de aquel dolor.

—Siempre te amaré.

Nique soltó un suspiro y levantó la cabeza.

Yo también siempre te amaré —dijo la chica, mientras lo volteaba a ver.

Ambos tenían lágrimas en los ojos. Nique todavía tenía lágrimas frescas en sus mejillas, y las de Jughead estaban secas, se las había limpiado. Intentaba ser fuerte por Nique, pero no pudo. Cuando Nique soltó el primer sollozo, todavía mirándolo, y la abrazó, el también comenzó a llorar. El sollozo de Nique, fue el único que hubo. No hubo más. Ni de parte de él. Ni de parte de ella. Se dedicaron a llorar en silencio, mientras disfrutaban del tacto del otro por última vez.

Era curioso. Estaban abrazados en la misma posición en la que se habían abrazado después de la fiesta de cumpleaños de Jughead. Cuando Jughead abrazo a Nique afuera de su casa.

Se quedaron abrazados por mucho tiempo sin decir nada. Ni atreverse a soltarse.

—Adiós, Jughead.

—Adiós, Nique —dijo el chico tras unos segundos de silencio, con la voz rota, mientras apretaba un poco más a la rubia.

Eso los destruyó aún más.

𝒟𝑜𝓂𝒾𝓃𝒾𝓆𝓊𝑒//𝒥𝓊𝑔𝒽𝑒𝒶𝒹 𝒥𝑜𝓃𝑒𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora