Los Cooper. La familia perfecta. Novios de preparatoria que se casaron y tuvieron tres bellas hijas. Polly, Dominique y Betty.
Perfección. Algo imposible de alcanzar, pero algo que Alice Cooper les exige a sus dos hijas. Sus mellizas. Dominique y El...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
'𝒯𝒾𝓈 𝓉𝒽𝑒 𝒹𝒶𝓂𝓃 𝓈𝑒𝒶𝓈𝑜𝓃
Omnisciente
¿Jughead? Jughead ahora vivía en Alpabeth City, Nueva York. En un, si me permiten opinar, desastroso departamento, junto a su novia, Jessica; el chico se encontraba escribiendo su próximo libro en su máquina de escribir. Se le quedó viendo por unos segundos al borrador que tenía. Negó levemente, frustrado. Quitó las hojas, las arrugó, las tiró y le dió un golpe a la máquina mientras daba un grito de frustración.
La puerta que daba a la habitación se abrió.
—¿Que demonios, Jones? —le dijo Jessica.
—Con Samm Pansky, por favor —dijo al teléfono, ignorando a su novia.
—Oye —le dijo Jessica, acercándose a él.
—Jess, por favor —dijo mientras se levantaba—. Hola, Samm, soy yo. ¿Podemos hablar?
—Prefieres hablar con tu agente que con tu novia. Increíble —le dijo Jessica.
—¿Podemos quedar para comer en ese sitio que te gusta? —dijo Jughead al teléfono, ignorando a su novia. La chica lo vió algo ofendida—. Si, genial. Muy bien. Nos vemos. Adiós —colgó—. Jess... estoy bloqueado —le dijo.
—Y yo también —dijo—. Pero no me desquito contigo.
—¿Podemos hablar cuando vuelva, por favor? —le dijo.
Jughead se dirigió a la habitación para cambiarse y Jessica soltó un suspiro.
(...)
—Samm, dímelo sin rodeos. ¿Sigo optando al puesto de periodista en el New Yorker?
—No, chico. Lo siento. Me he enterado esta mañana. Pero no deberías intentar buscar trabajo de periodista. Eres un escritor de ficción. Deberías estar trabajando en tu novela. ¿Como va eso, por cierto? —preguntó mientras se sentaban en una banca del parque.
—Estoy bloqueado —admitió.
—Tienes una ética laboral pésima. Y una relación tóxica. Y bebes demasiado.
—Como Kerouac y Hemingway y Fitzgerald.
—¿Quieres que sea directo? El tirón que provocó el éxito de tu primer libro ya no existe. Hace un año podrías haber publicado donde quisieras, pero, ahora, eres mercancía estropeada. Has caducado.
—Necesito más tiempo.
—Ha llamado Scribner. Amenazan con retirar el adelanto.
—¿Los detuviste?
—¡Quieren ver páginas! Todo se reduce a: "¿quieres una carrera o quieres ser flor de un día?" —le dijo—. No te oigo —dijo al no recibir respuesta de Jughead.