𝒟𝑜𝓂𝒾𝓃𝒾𝓆𝓊𝑒//𝒥𝓊𝑔𝒽𝑒𝒶𝒹 𝒥𝑜𝓃𝑒𝓈

𝒞𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜 𝓈𝑒𝒾𝓈

𝒯𝒽𝒾𝓈 𝒾𝓈 𝓎𝑜𝓊𝓇 𝒻𝒶𝓊𝓁𝓉

Omnisciente

Nique llevaba un suéter de lana de cuello de tortuga de color verde esmeralda, pantalones negros, un blazer igual negro y botines, igualmente, negros. Llevaba un labial rojo tinto y el cabello suelto; las dos mellizas, se acercaron a su madre, que estaba en la sala, con una copa y una botella de vino en la mesa.

—Vamos, mamá. Ya casi es hora del partido —le dijo Betty.

La mujer, que estaba acostada en el sillón, no hizo ni dijo nada.

Ambas compartieron una mirada y Nique se sentó a los pies de su madre.

—Polly está ahí afuera, mamá —le dijo—. Ni siquiera sabemos si la sangre de la cabina era suya.

—Nos llamó desde esa cabina media hora antes de que llegáramos allí —dijo la mujer, en un susurro.

—Lo descubriremos cuando el FBI nos llame a Nique o a mi con los resultados del análisis —dijo Betty.

La mujer comenzó a reincorporarse.

—A lo mejor deberías volver al grupo de apoyo, con esas otras madres —dijo Nique.

La mujer se sirvió más vino y bebió entre lágrimas.

(...)

Nique y Betty estaban dando su clase, cuando el teléfono de la mayor comenzó a sonar. Al ver el nombre, le dio unos leves golpes a su hermana en el brazo. Ambas compartieron una mirada y se alejaron para contestar.

Nique contestó, puso el alta voz y bajo el volumen para que solo ellas escucharan.

—Glen —susurraron las dos.

—¿Recibiste los resultados de la sangre de la cabina? —preguntó Betty.

—Si. La sangre recuperada es del tipo AB. El más raro. Lo tiene menos de un 1% de la población.

—Y coincide con el de Polly —dijo Betty.

—Entonces...realmente está... —dijo Nique, con la voz rota y los ojos cristalizados.

—Lo siento mucho, chicas —les dijo.

—No es verdad —le dijo Nique—. Si realmente te hubiéramos importado nuestra hermana o nosotras, habrías hecho algo para ayudarnos.