𝒞𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜 𝒹𝑜𝒸𝑒

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ℬ𝓎𝑒, 𝒩𝒾𝓆𝓊𝑒

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ℬ𝓎𝑒, 𝒩𝒾𝓆𝓊𝑒. ℋ𝑒𝓁𝓁𝑜, 𝒟𝑜𝓂𝒾𝓃𝒾𝓆𝓊𝑒

Omnisciente

Cheryl que sostenía un candelabro, guió a Minerva hacia donde se encontraba su colección de pinturas.

—Bienvenida a mi pequeña galería nocturna, como me gusta llamarla —Minerva comenzó a mirar a su alrededor—. Donde se escarba en los más profundo de la psique humana y toda clase de pesadillas se dan cita para quedar atrapadas en el lienzo.

—Evocan a... Goya... Dalí... ¿Bacon?

—Mis héroes —le dijo Cheryl.

—Cuéntame más de este.

—Ah, si —dijo Cheryl, mientras dejaba el candelabro en la mesa, y ambas observaban la pintura de Archie—. Es acerca de un héroe, perseguido por su pasado y abrumado por el trauma de su presente.

(...)

—En estos cuadros, Cheryl —dijo Minerva, después de que Cheryl terminara de relatarle la historia—, el sujeto principal parece incluso más atormentado que antes.

—Gracias, Minerva —le agradeció con una sonrisa en su rostro—. Dios mío —dijo Cheryl, mientras se acercaban a otro cuadro—. Inspirado por mi pobre prima mortificada por una pregunta: ¿Quien es el verdadero monstruo? ¿El demonio que persigue la chica, o la chica en sí misma? —en el cuadro, Nique llevaba su típica diadema y labial rojo, y llevaba aquel vestido azul que tanto le gustaba a Nique. Aquel que había usado para el primer día de clases el año que todo se empezó a volver tan raro; en la pintura, Nique estaba en medio de algunos ojos, tenía una motosierra en la mano, una expresión desquiciada y estaba cubierta de sangre

(...)

Nique, Betty y Tabitha estaban en Pop's. Era de noche y estaba cerrado, por lo que todo estaba apagado, a excepción de las luces de neón.

Tabitha estaba sentada frente a las dos hermanas.

—Miren, no estoy tan acostumbrada a estas como ustedes, pero hemos atrapado a un tipo que podría ser el Asesino de la Carretera. ¿Están seguras de que no deberíamos entregárselo a las autoridades?

—No —dijeron a la vez.

—Si lo hacemos, podrían vetarnos de la investigación —dijo Betty, refiriéndose a ella y a su hermana.

—Ese tipo podría haber matado a Polly. Sé que podemos sacarle la información —dijo, refriéndose a ella y a Betty—. Es mi trabajo. Nuestro trabajo —se corrigió, señalándose a sí misma y después a su hermana.

—Pero tal vez ya sea hora de que tú te retires, Tabitha.

—Deja que nos ocupemos nosotras, ¿te parece?

𝒟𝑜𝓂𝒾𝓃𝒾𝓆𝓊𝑒//𝒥𝓊𝑔𝒽𝑒𝒶𝒹 𝒥𝑜𝓃𝑒𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora