SE BUSCA AMANTE

Capítulo 12: Crystal

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No debería ser legal que nadie, a menos que tenga que trabajar y aún así este caso presenta serias dudas, debiera madrugar a las ocho de la mañana solamente para prepararlo todo, debido a que un prostituto de dudoso carácter decidiera que es necesario que tenga mi glow up un sábado a las nueve de la mañana. ¿Quién madruga para su transformación? Eso sólo se suele hacer cuando tienes que cumplir con ciertas obligaciones, no para una situación que debería disfrutarse, me recuerdo amargada desayunando unas tostadas. Encima la noche anterior no pegué ojo debido a la ansiedad y quizás debo reconocer a regañadientes que también un poco de emoción, que me produciría ir con él a un sitio público.

Cuando termino de desayunar, observo mi reflejo en el espejo antes de lavarme los dientes. Ese idiota ya puede ser el hada madrina de Cenicienta, que ni con auténtica magia conseguirá cambiar estas ojeras de las interminables noches de estudio. Por supuesto que disto mucho de aproximarme siquiera a parecerme a cualquier beldad con las que le he visto relacionarse en la universidad, pero si él asegura que podrá ayudarme, supongo que debería confiar en él, me animo negando con la cabeza tratando de calmarme. No pasa nada por ir de compras, será divertido. Aunque si se asemeja siquiera a ir de compras como con Jackie, será tan divertido como sacarme una muela. Una vez más, desestimo los pensamientos negativos, y me pongo una sudadera negra y unos pantalones deportivos a juego, con esto está bien asiento conforme, si va a hacerme caminar tanto como Jackie, más me vale ir preparada.

La ubicación que me ha mandado donde hemos quedado en reunirnos no es más ni menos que una parada de autobús, me pregunto si tiene intención de que nos desplacemos en ese transporte en particular, teniendo en cuenta la animadversión que tiene hacia todo aquello que no "destile" elegancia y clase, dudo mucho que piense subirse en un lugar cerrado que muchas veces huele a sudor. No, definitivamente, es esnob no se subiría a un sitio así, concluyo observando como varias personas se suben a uno y los veo marchar tras negarle al conductor que vaya a entrar.

Estudio mi reloj preocupada por el cuarto de hora que me ha hecho esperar, supongo que la puntualidad fuera del horario laboral no es su fuerte. No obstante, en ese mismo instante se para ante la parada un coche negro, y aunque yo no entiendo de coches, puedo intuir que debe ser realmente caro, lo contemplo elucubrando cuánto dinero se habrá dejado el propietario cuando veo que se despliega el techo y se convierte mágicamente en un coche descapotable, es en ese instante donde añado tres ceros más a las cuentas mentales que hice, pero la verdadera sorpresa no es el coche en sí, sino la persona que está sentada en el lado del conductor.