Capítulo 25 (Parte I): Crystal

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No puedo pensar demasiado en la noche de mi cumpleaños porque el simple hecho de rememorar toda la dantesca situación me despierta dolores de cabeza

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No puedo pensar demasiado en la noche de mi cumpleaños porque el simple hecho de rememorar toda la dantesca situación me despierta dolores de cabeza. No es la primera vez que algo relacionado con Aiden me hace sentir mal. Ya no deseo tener más expectativas, prefiero evitar soterrarme en la obsesión de lo incomprendido o incontrolado.

Por este motivo, cuando despierto al día siguiente decido focalizar todos mis esfuerzos en concentrarme en mi trabajo en el Casino, menos mal que acepté cubrirle el turno del domingo como un favor a una compañera. Días antes, había creído que sería buena idea ya que los domingos siempre me recordaban a él.

Estas últimas semanas he aprendido que los recuerdos se entierran mejor si los sustituyes por nuevas responsabilidades. Tras lo acontecido en la noche de mi cumpleaños se hizo más evidente lo conveniente de tal decisión, de esta forma conseguía no sobre pensar demasiado las emociones ambivalentes ante las que me enfrentaba.

Cuando llegué a mi casa para la hora de la comida, realicé un escueto almuerzo ─no tenía demasiada hambre─ y me fui corriendo a la facultad. Le había pedido a Jackie que me permitiera ayudar con la limpieza de los libros en la facultad de Filosofía que serían trasladados a la biblioteca municipal. Aún recordaba su reacción ante la propuesta.

─¡¿Estás loca?! ¿Por qué diablos ibas a querer verte envuelta en eso? ¡Yo sólo lo hago para conseguir que el señor Gardener me apruebe! ─había preguntado horrorizada, y al observar mi expresión de desesperación por la videollamada, suavizó sus facciones en un signo de reconocimiento─ Ay, Crys, lo siento... Está bien, corazón. De todos modos, me vendrá bien una mano, aunque te lo advierto, es un auténtico coñazo.

─Gracias Jackie.

Horas después, descubrí cuánta razón había tenido Jackie, los libros duplicaban en tamaño, peso y grosor a cualquiera de los que tuviera que haberme encargado de ordenar en mi rinconcito secreto.

Bueno, no pasa nada, ahora cualquier tipo de distracción es bienvenida. El dolor físico siempre me ha resultado mucho más sencillo de soportar que el emocional que despiertan cada uno de mis recuerdos.

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