1° 𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲𝗴𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗲𝗿𝗶𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗔𝗿𝗰𝗮́𝗻𝗴𝗲𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗲𝗿𝗻𝗼.
Nadie esperaría que la chica en exceso timida, estudiosa y reservada que se sentaba al final de la clase y que trataba de evitar llamar la atención, desesp...
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El agua me había salvado en el pasado, en ella había encontrado un refugio en el que resguardarme de toda la mierda con la que hubiera estado lidiando tiempo atrás. En su interior jamás me lograría alcanzar nada ni nadie. Era libre, libre de dolor, libre de los recuerdos, del pasado o del futuro. Desde que me lesionara había sabido que seguramente mis días en este mundo estarían contados, pero eso no me había importado, y con mi cabezonería logré seguir hacia adelante hasta llegar aquí.
Y ahí me encontraba esa mañana, metido en el despacho del señor Harris, mi tutor de la universidad, ya llevaba dos veces en un año, ¿podría considerarse un récord? Supongo que dentro de la sección de estudiantes becados sin duda. Todavía sentado frente su enorme escritorio, me obligo a relajarme, las malas noticias deben ser tomadas como cuando te arrancas una tirita. Mientras el señor Harris revuelve entre sus papeles, no puedo evitar reparar en lo surrealista de esta situación. Media hora antes habría estado con Moore probando en todos los sentidos la comodidad de la encimera de su diminuta cocina, y ahora con un mensaje había sido arrebatado vilmente del calor que emanaba la tierna piel de sus muslos, sustituyéndolos por un señor calvo y gordo que se preparaba para darle el golpe definitivo al estudiante becado. Sin dudarlo, mi primer plan era mucho más agradable que esta conversación en este despacho demasiado silencioso y aséptico.
