Capítulo 19: Aiden (Parte III)

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Si alguien me hubiera dicho meses atrás que me encontraría ese domingo en casa de Crystal Moore, rodeado de una pila de documentos y libros, cuyo grosor superaría el de cualquier dildo XXL, hubiera pensado que estarían jodiéndome, pero no

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Si alguien me hubiera dicho meses atrás que me encontraría ese domingo en casa de Crystal Moore, rodeado de una pila de documentos y libros, cuyo grosor superaría el de cualquier dildo XXL, hubiera pensado que estarían jodiéndome, pero no. Ahí estaba, siendo obligado a estudiar unos tochos demasiado aburridos para mi gusto, ni si quiera comprendía el motivo por el que se le ocurría comenzar a estudiar dos semanas antes de que tuviéramos los exámenes finales. Yo, quien siempre había sido una persona que estudiaba la noche de antes o incluso ese mismo día, me resultaba un disparate lo que me estaba obligando a hacer. No importaba incluso si la había intentado disuadirla mediante el sexo, Moore se había mostrado inflexible, así que allí me tenía, atado como un perro a una correa, sólo que esta última no formaban parte del tipo de correas que a mí me gustaban.

Sin embargo, no era como si pudiera colarle una excusa, ya que desde que había realizado el intercambio con los gemelos no tenía mucho más que hacer a excepción de entrenar. Todavía recordaba el grito de ilusión que había emitido Matteo y la sonrisa del reservado Mattia cuando les mencioné mi plan de cambiarles mis clientas por las de Darren, los dos estaban hartos de tener que vestirse como unos "pinguini"─ según habían mencionado ─ para las clientas pobretonas de Darren. Supongo que las llamarían pobretonas, porque de los seis arcángeles que éramos, ellos solían ser los que más cobraban por debajo de Jared y Alex. Lo único que esperaba era no tener que estar reclamándoles mi dinero por el trabajo realizado. Lo bueno de esto es que no había tardado en enterarme de que Erin había adoptado técnicas mucho más salvajes para conseguir que pagasen las exclientas morosas de Darren. Aquella mujer había conseguido que una de ellas viniera a limpiarnos el gimnasio todos los días a cambio de no denunciarla. No sabía qué era lo que había sido de las demás, pero no les auguraba un destino mejor más que la cárcel. Desde luego, no desearía estar en el punto de mira de esa mujer, Jared había estado acertado al contratarla, pues nadie más hubiera defendido nuestros intereses a excepción de ella. No obstante, tras haberse enterado del cambio de clientas que había acordado con los gemelos, tanto Alex como ella me habían estudiado sospechosamente, hasta que finalmente, les tuve que aclarar que me sentía demasiado presionado con los estudios y que necesitaba un descanso. A excepción de Alex, quien no se había creído mi versión y todavía seguía intentando sacarme la verdad detrás del intercambio, Erin se había limitado a llevarse el dedo índice al puente de las gafas, y recolocándoselas con adustez, sentenció:

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