Capítulo 8: Aiden (Parte I)

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Existen una serie de fases que experimenta el ser humano a la hora de tener relaciones sexuales

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Existen una serie de fases que experimenta el ser humano a la hora de tener relaciones sexuales. La primera es el deseo sexual, que en el caso de los escort no siempre tiene que estar presente, está de más decir que muchas veces no nos sentimos atraídos hacia la persona que nos ha contratado, y que en circunstancias normales no tendríamos sexo con la cliente. Yo creí que esa fase iba a fallar cuando la encontré vestida solo con un chándal viejo y una mascarilla puesta. La antítesis del erotismo. Como había supuesto, no había esperado mi visita y aunque en principio yo tampoco tenía ganas de ir a cumplir el contrato, me recordé que ella había pagado por un servicio que no se le había dado, y aunque aún no comprendía el motivo por el que no había revelado ante Jared que nos conocíamos, era una razón más por la que debía ir, tenía que cumplir mi parte. No me preocupaba que quizás no pudiera desearla, porque siempre me quedaba la imaginación, pero todo se había descontrolado en el momento en el que le puse las manos encima. No había resultado ser nada de lo que había creído imaginar, fue una bofetada limpia que me hizo borrar todos mis prejuicios sobre ella. Había sido virgen, sí, y aunque al comenzar había actuado vacilante, (¿aunque qué mujer no lo es durante su primera vez?) no había sido aburrida o pasiva como muchas experimentadas con las que tuve que trabajar. Mientras la descubría tratando de actuar de acuerdo con el papel que tenía que representar, realmente me había sorprendido a mí mismo deseándola, no me desagradó tocarla como lo había hecho, quería conocer un poco más de la suavidad que desprendía, lamer las curvas que escondía, y lo que resulto ser más insólito aún: no me hizo falta recurrir a la imaginación como había creído. A ojos del panorama universitario, Moore había sido catalogada como una persona reservada que no había llamado la atención de ese ambiente joven y vivaz. No obstante, después de que hubiera tumbado todas mis ideas preconcebidas sobre ella, me había percatado de que si quisiera y tuviera una buena orientación no sería nada extraño que consiguiera captar el interés de más de uno. Crystal Moore, todavía no lo sabía, pero era en sí misma una caja de sorpresas, por lo que, aunque no me sintiera orgulloso de haberlo experimentado, debía reconocerlo, la primera fase había estado cubierta.

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