Habían pasado ya dos días desde la invitación que había recibido Santiago. Y estaba sumamente emocionado, se moría de ganas de contarle a Vale, pero ella siempre estaba ocupada, y parecía no mostrar el más mínimo interés en él. Aďí que, comenzó a cuestionarse si en realidad era una buena idea contarle, mientras que por otro lado, pensaba que solo la estaba molestando.
El joven músico se encontraba sentado en el techo de la iglesia, solía ir allí cuando se sentía desesperado, triste o molesto. La compañía de algunas aves, el suave soplar del viento y el calor cálido de los atardeceres siempre lo hacía relajarse y pensar las cosas con detenimiento.
El estar tan lejos de todos lo hacía un lugar ideal para pensar, los niños no subían hasta allá, y Valentina prefería mantenerse alejada, sabía que ese era su espacio personal y un claro "No quiero hablar ahora".Esa tarde, no quería prestarle atención a sus pensamientos, por eso se encontraba leyendo uno de esos libros con romances trágicos y desesperados. Se sentía muy identificado con el protagonista de la historia. En un inicio estaba seguro de amar a Valentina con toda el alma, pero ahora ella estaba actuando de forma muy extraña, y eso lo lastimaba, al final del día, solo quería estar allí para ella, para darle su apoyo y hacerle saber que aunque el mundo entero estuviera en su contra, él la iba a apoyar. Li cual lo llevaba a pensar que no se merecía los tratos tan groseros que Valentina le estaba dando últimamente.
Suspiró.
Se preguntó cuando las cosas mejorarían, no le gustaba sentir su corazón apretado.
-Romeo, Romeo ¿dónde estás que no te veo?
La voz de Valentina lo sacó de golpe de sus pensamientos, sacudió un poco la cabeza y le dedicó una mirada, ella había subido por la escalera, y ahora se dirigía con paso tranquilo hasta él.
-Sabía que te iba a encontrar aquí.
-Hola Valentina, necesitaba... pensar.
-¿En qué piensas?
Ella se sentó junto a él y le entregó unos duraznos.
-Sé que no son tus favoritos, pero me los encontré en un árbol cuando venía. Supuse que tal vez tendrían antojo de uno.
-Nada en especial... Gracias.
El joven tomó uno, y Valentina le dedicó su vista al atardecer.
El silencio reinó unos momentos. A Valentina no le molestaba en lo absoluto, el silencio era algo común en su relación, a veces ambos se quedaban callados por horas, simplemente haciéndose compañía y esto jamás la había hecho sentir incómoda, por otro lado, Santiago sí estaba ligeramente incómodo, el silencio de ese día le parecía asfixiante, así que lo rompió tan pronto como pudo.
-Oye Vale... hay algo que debo decirte.
-Te escucho. - Dijo ella peleándose con uno de los duraznos.
-Es algo importante.
-Sí sí, te escucho.
Siguió ella sin prestarle mucha atención en realidad, estaba más preocupada tratando de quitarle a un durazno la ligera parte picada por un animalito.
Santiago se percató de ello. Y volvió a suspirar. Quizá fuese ridículo, pero le hubiese gustado que Vale dejase su pelea estelar con el durazno para mirarlo a él. Pero no se lo diría, eso significaría una discusión, y no sé encontraba muy bien emocionalmente. Así que lo dejó pasar.
- Me contrataron como músico.
-Me alegro.
-En una fiesta.
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Hilo de Sangre. [EDITANDO]
FanfictionSe dice que hay personas que nacen con un hilo rojo atado al dedo meñique, que los conecta a su amor verdadero. Sin embargo, ¿qué pasa cuando los hilos se enredan entre sí? ¿es posible desenrrederlo? o ¿simplemente es mejor cortarlo? RESUBIDA Porque...