La carta.

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Capítulo re escrito. Este es en su mayoría diferente al primer publicado. Disfruta la lectura.

- Procura comer estas plantas, su alto contenido de agua te mantendrá bien por un tiempo.

Sonrió la mujer mayor, dándole a un joven de unos 17 años, un papelito doblado.

- Doña Yali... ¿tiene un minuto?

Interrumpió inesperadamente un hombre, la cita de la mujer mayor. Quien le sonrió al más joven para luego acompañarlo hasta la puerta y sonreírle al hombre mayor, que acababa de entrar.

- ¿Qué pasa Andrés? Debe ser algo muy importante para entrar sin previo aviso.

Le sonrió la mujer de cabello nevado al hombre ligeramente más joven que ella.

- Vengo de ver la prensa... Doña Yali... está completamente seca.

La mujer se perturbó al escuchar tales palabras. Si bien el agua de la presa no debía beberse debido a que llevaba mucho tiempo estancada y ya tenía un color verdoso debido a las bacterias, esa agua había mantenido vivas las cosechas muy apenas, y los pocos animales que habían sobrevivido a las olas de calor se lo debían a esta. Claro que por presa solo hablaban de un pequeño muro de piedras y ramas que habían construido hace muchos años.

- ¿Alguien más lo sabe?

- No doña Yoli. Vine directo a decir a usted.

- Tendremos una asamblea al anochecer. No me quedaré de brazos cruzados viendo morir a mi gente.

...

- Shhh no hagas ruido.

Susurró Juanita escondida detrás de unos arbustos, estaba justo a la mitad del cerro en compañía de su amigo el tlacomixtle, curiosamente después del incidente del chupacabras, ambos se habían vuelto buenos amigos.

- Un poco más y estaremos afuera, con algo de suerte, encontremos un río.

Una esperanzadora mirada se dibujó en ella, y con paso sigiloso se escabulló hasta un arbusto seco.

Su plan era encontrar alguna forma de entrar y salir de los cerros que rodeban el pueblo, sin que la bruja los descubriera, así podrían traer agua de algún lugar, salvar unas vidas más y pesar en algo que hacer con más calma. No era que no lo hubiesen intentado antes, sino que la bruja custodiaba la zona, hace un par de semanas unos 8 hombres se agruparon para intentar salir, sin embargo más de uno había regresado herido y ninguno había logrado siquiera pasar de la mitad del cerro. Juanita y el tlacomixtle ya habían pasado esa parte desde hace un rato y todo parecía ir bien.

Cuando estaban a un par de metros de comenzar el descenso, un paso en falso hizo crujir una rama bajo pies de Juanita.

Su corazón se detuvo por un segundo, e internamente imploró a cada uno de sus Dioses que el ruido no hubiese alertado a nadie.

Todo estaba bien, fuera del ruido suave de algunos animales no había sonido alguno que le delatara. Suspiró con alivio cuando logró percibir una sombra con su vista periférica, apenas levantó la vista recibió un ataque directo en forma de fuego.

- ¡NOS DESCUBRIERON! ¡CORRE JUANA! ¡CORREEEE!

El Tlacomixtle le dio un tirón en el cabello, y en un parpadeo ambos corrieron desesperados de regreso. Muy apenas lograban esquivar los ataques.

- ¡Vamos a morir!

Gritó el tlacomixtle al ver la chica cada vez más cerca.

La voz desesperada de su amigo hizo que una idea de cruzara por su mente, esa simple, tenía dos opciones, seguir huyendo por el monte hasta que la bruja lograse herirla, o guiarla hasta las cosechas escondidas y perderla entre los matorrales secos que los cubrían. Para ella, la respuesta era clara.

Hilo de Sangre. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora