Maldición.

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- No me queda mucho tiempo mi niña.

Una mujer de apariencia aquejida sujetaba débilmente la mano de su hija, mientras ella lloraba desconsoladamente sobre su pecho. La pobre muchachilla había pasado los últimos años trabajando sin descanso solo para ver a su mamá mejor, pero parecía no haber rendido frutos. Imploraba a los dioses que la sanaran, que le devolvieran la sonrisa, pero a pesar de todo, los dioses hicieron caso omiso a sus suplicas. Ahora ella estaba en su humilde vivienda que muy apenas se mantenía en pie mientras su madre, agonizaba.

- No te vayas, te necesito...

- Yo... siempre voy a estar contigo mi niña... siempre.

Antes de continuar, un horrible ataque de tos la hizo acallar sus labios, su hija rápidamente corrió a un estante cercano por un vaso de agua, el cual acercó a los labios de su madre para que bebiera.

Se secó las lágrimas y le sonrió.

- No gastes fuerzas mamá, solo, descansa. Te vas a poner bien, ya verás, y entonces vamos a cocinar juntar y a salir a atrapar ranas... como antes.

La mujer volvió a toser.

- Mi niñita, tu sabes bien que el poder que yo cuido en vida es una responsabilidad enorme... No puede caer en manos equivocadas.

- Yo lo sé mamá, por protegerlo hoy estás... así...

- Agonizando mi niña... no voy a mentirte, moriré...

- Por favor mamita no digas esas cosas.

Sollozó la joven mientras tomaba su mano entre las suyas y la besaba repetidamente.

- Este poder ha pasado de generación en generación... y hoy... te toca a ti cuidar de él...

La mujer guió las manos de su hija a su pecho, para susurrar un par de palabras incomprensibles, al terminar,  una pequeña esfera de luz azulada brotó de entre las manos de la mujer y luego la puso en manos de su hija.

- Te críe para que no necesitaras nada de nadie jamás, te mostré el camino de la magia y hoy eso me da tranquilidad... mi niña... puedo morir en paz sabiendo que este gran poder descansa en hombros de mi hija, sé que lo cuidaras bien y que harás buen uso de él...

Las lágrimas de la joven no dejaban de resbalar por sus mejillas, ¿de verdad estaba despidiéndose de su madre?

La joven tomó la esfera y la guió a su pecho, donde esta se posó, emitió una estela azul tan fuerte y brillante que no pudo pasar desapercibida para la gente del pueblo, quien comenzó a inquietarse, sin lugar a dudas, era obra de la bruja que había estado azotándolos desde hace un par de meses.

- Te juró que voy a cuidar este poder con mi vida.

La chica volvió a romper en llanto y abrazó fuertemente a su mamá. Quien poco a poco dejó de respirar. Susurrando en un último aliento.

- Te amo Marcela...

- ¿Mamá? ... mamita... mamita responde... No...

Ella soltó un grito ahogado y cayó sobre el cuerpo de su difunta madre mientras se aferraba a ella como si eso pudiese traerla de regreso.

Su madre no hizo más que proteger al pueblo, se desgastaba creando nuevos hechizos para traer calma y paz, pero desde que ese hombre llegó, todos lo olvidaron, no les importó, ni siquiera lo notaron, ellos en su maldito temor hacia lo diferente, habían conseguido poner a todo el pueblo en su contra y así terminaron por condenarla a muerte,  no era justo.

Un fuerte estruendo la sacó de sus pensamientos, se giró rápidamente hacia la puerta que yacía en el piso. Un hombre corpulento con una antorcha la había tirado para poder entrar a la gastada vivienda.

- ¿Ven? ¡Se los dije!, ¡Ella es la bruja!.

Gritó el hombre corpulento quien bloqueaba la única entrada y salida del lugar, afuera de la casa había una muchedumbre furiosa armada con lo que fuera, desde antorchas hasta simples palos.

-¡Hay que quemarla!

Una mujer más lanzó a la humilde vivienda su antorcha haciendo que el techo de paja ardiera en llamas.

- ¡DETENGANSE!.

Suplicaba la de cabello morado mientras un hombre acercaba peligrosamente su antorcha hasta ella.

La peli morada se vio obligada a correr a una de las esquinas, sin apartar la vista del cuerpo de su madre en ningún momento.

- Su madre seguramente también tiene pacto con el diablo, hay que quemarla antes de que se levante de entre los muertos y lance una maldición.

La turba dio alaridos en los que apoyaba la idea de quemar a la mujer, el corpulento hombre se acercó hasta la mayor con antorcha en mano, dispuesto a deshacerse de una vez por todas de la supuesta bruja, cosa que alertó a la de ojos jade quien, antes de que el pudiera acercarse un solo paso más levantó su palma hacia el hombre siendo disparada una bola de fuego que golpeó al varón justo en el pecho, haciéndolo caer de espalda ante la herida.

- Lo mató... ¡Esa maldita bruja mató a Erasmo!

Marcela se quedó en shock. El hombre yacía en el piso, no se movía, ¿en verdad lo había hecho?

- Yo...

Susurró, podía escuchar el palpitar de su corazón, se llevó las palmas a los labios en señal de arrepentimiento, ¿Qué acababa de pasar? Trató de acercarse para auxiliarlo, pero la turba no se lo permitió.

¡¡MATENLA!!

La turba aún más enfurecida que antes acorraló a la joven contra una de las paredes y está en último intento de huir levantó su palma siendo disparada otra bola de fuego azul que impactó fuertemente el muro, haciendo un gran hueco por el cual, sin pensarlo ni un poco se escabulló.

...

Desde el cerro más cercano observaba con tristeza su humilde vivienda siendo consumida por llamas, mientras poco a poco la gente comenzaba a dispersarse.

- Mi mamá nunca le hizo daño a nadie... y aún así nos acusaron de todos los males del pueblo.

Dijo para si misma aún con la mirada perdida en las llamas.

- Nos condenaron por algo que no hicimos... pero ahora... voy a hacerlo.

En aire frio y con un mirada oscura levantó sutilmente su palma hasta apuntar al pueblo, mientras susurraba palabras imposibles de entender.

Su cabello se levantó ante una ventisca, las hojas de los árboles se sacudieron bruscamente y de repente, todo se detuvo. Hacia calor, un calor asfixiante.

La furia de la joven de ojos jade golpeó con fuerza al pueblo, en un parpadear todas las gallinas comenzaron a cacaraquear con desespero, los perros comenzaron a aullar, las ratas corrían a esconderse a sus madrigueras, los gatos erizaban su pelaje y los canarios comenzaron a caer muertos.

Una época de terror para el pueblo comenzaba.

Hilo de Sangre. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora