Flores.

327 25 85
                                    

El suave calor de los rayos de sol despertó a Xóchitl. Quien dormía plácidamente en su cama mientras Gaznate, a su lado, yacía en un profundo sueño.
La morena dejó salir un bostezo, y luego de obtener la suficiente conciencia como para saber quién era y dónde estaba, se levantó.

Se dirigió a la cocina, y tomó la tetera, que llenó de agua para luego encender la chimenea y dejar esta en el fuego.

Después se dirigió a su cuarto de baño, donde tenía un barril lleno de agua, tomó un balde y lo sumergió para llenarlo y después lo puso cerca de la coladera.

Salió del cuarto de baño y deshizo la larga trenza con la que estaba acostumbrada a dormir, así su cabello no se enredaba, no molestaba a Gaznate y a ella no le daba calor por las noches.

Después tomó la escoba y comenzó a barrer el polvo de la casa, el hecho de que fuera pequeña tenía sus ventajas, por ejemplo, la limpiaba toda en media hora, a diferencia de la casona, que muy a duras penas una decena de empleados lograban terminar de limpiarla por completo en 2 semanas.

Y dicho y hecho, justo cuando terminó de sacudir el polvo de los muebles el sonido de la tetera resonó en la casa, despertando a Gaznate.

- Buenos días dormilón, date prisa, hoy hay muchas cosas que hacer.

La joven tomó con un trapo la tetera y la llevó hasta el baño, donde dejó caer el agua hirviendo en el balde con agua fría. Se agachó y sumergió el codo en el agua para medir su temperatura. Perfecta.

Salió del baño y se dirigió a la cocina, volvió llenar la tetera y la puso de nuevo en el fuego.

- Gaznate, échale un ojo a eso.

- Groa, un ojo, un ojo, groa groa.

Repitió el lorito y Xóchitl entró al baño, donde se desvistió y comenzó a bañarse. Le gustaba la sensación del agua corriendo por su cuerpo. En especial si estaba tibia.

No pasó mucho para que terminara. Se envolvió en una toalla y dejó un poco de agua caliente sobre un plato grande y un poco hondo.

Al salir le sonrió al cotorrito.

- Tu turno.

El pequeño loro entró revoloteando al baño y aterrizó en el traste con agua que Xóchitl había dejado, donde esponjó sus plumas y empezó a acicalarlas.

Mientras tanto Xóchitl se vistió. Su conjunto era una falda naranja con una blusa color hueso adornada con flores en el cuello y en las mangas, que no cubrían más que hasta sus codos.

Se puso sus zapatos y después comenzó a peinar su cabello. El que fuera tan largo siempre le quitaba un buen tiempo, muchas veces había pensado en cortarlo, pero en el fondo los nudos y el tiempo, eran algo que estaba dispuesta a sacrificar. Se esparció una loción de romero por todo el cabello y siguió cepillando. Era bueno para los nudos y el brillo.

Entonces la tetera volvió a sonar, se levantó de su cama y fue a sacarla del fuego. Para después echarle a la llama un puño de tierra, que hizo que se apagara al instante.

Puso el agua caliente en una taza y sacó el pequeño recipiente de barro en el que guardaba las galletas y sacó un par para gaznate. Luego volvió a taparlo, si lo dejaba por ahí Gaznate era capaz de comerse hasta la última galleta en su ausencia. Era mejor prevenir.

Puso 2 cucharadas de café en el agua, para luego poner un par más de azúcar. Se levantó y de una cesta sacó un pan. Se sentó y se puso a pasear la cuchara por toda la taza. Hasta que a los pocos minutos Gaznate salió esponjado y limpio del baño.

Hilo de Sangre. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora