- Entonces, Santiago ¿Eres de Guanajuato?
- A toda honra.
Sonrió el muchacho y luego le dio una mordida a su taco.
Ambos jóvenes se encontraban sentados en una de las pequeñas bancas del parque, bajo el cielo ya estrellado y la luz anaranjada de las velas. Tanto como Santiago como Xóchitl estaban disfrutando la cena que la pelinegra había invitado, gracias a lo que le pagaron por lavar las sabanas. En realidad tenía intenciones de usar ese dinero en comprarle algo a Leo por su cumpleaños, pero al final del día, quien se había quedado a ayudarla a pesar de la cercanía de la noche, del frío, del hambre y de que nada tenía que hacer ahí, fue este chico que acababa de conocer, así que esta era su manera de agradecer.
A pesar de que la joven morena había expresado firmemente que ella cubriría los gastos de la cena, Santiago invitó las bebidas. De alguna forma él pensaba en que fue quien causó que Xóchitl derramara el agua sucia del florero sobre las sabanas. Debió ser mucho más gentil y no tomarla del hombro por sorpresa. Así no habría tenido que trabajar doble. Pero el pasado estaba sellado, mejor enfocarse en el ahora, esta era su manera de disculparse.
Al final ambos pudieron disfrutar, de una deliciosa cena conformada de 3 tacos para cada quien y 2 aguas de Jamaica perfectamente fría.
- Yo estuve ahí por un tiempo, de hecho, fue cuando pasó o de las momias. Tal vez te vi por ahí.
- No lo creo, no estuve en el lugar exacto, unas personas de un pueblo minero llegaron a caballo a alertarnos. Entonces, por la seguridad de los niños tuvimos que dejar Guanajuato antes de que todos entraran en pánico.
- Oh, tienes hermanos.
- No de sangre, yo soy huérfano, mis padres murieron en una de las epidemias de cólera. Así que un amigo de la familia, el padre Chuy, me recogió y después se eso de encargó de abrir un orfanato, para ayudar a niños como yo.
- Ya veo, lo siento.
- Descuida, sé que mis padres me cuidan desde algún lugar, soy un gato con suerte.
Xóchitl soltó una pequeña risa por su último comentario.
- Bueno, entonces señor gato, ¿Qué haces en Puebla? Estás algo lejos de tu hogar.
- Vengo a perseguir un sueño, aunque no precisamente aquí. Soy músico, o al menos quiero serlo, me invitaron a tocar en una fiesta importante en un par de días, tengo la esperanza de que a algún músico le guste mi forma de tocar y me invite a formar parte de su grupo, si no es eso, que me vea algún promotor importante y si no lo consigo, al menos supongo que podría aprender cosas de los demás.
Xóchitl lo miró con atención.
-Tienes razón, eres un gato con suerte, no a todos se nos dan oportunidades así.
La morena limpió con un pañuelo sus labios y miró a la nada. Santiago notó esto y aclaró ligeramente su garganta.
- En fin, suficiente de mi... ¿Qué me dices de ti?
- ¿Yo? Mi vida no es muy interesante y es una larga historia.
- Tengo toda la noche.
Xóchitl sonrió y acomodó uno de los mechones de su cabello.
- Bien, si no te importa, nací en las sierras de Puebla, soy hija de aztecas a los que se les arrebató su territorio, mis padres junto con todo mi pueblo fueron asesinados y solo mi abuela y yo sobrevivimos, ambas nos vimos obligadas a integrarnos en el mundo de la colonia para poder sobrevivir, pero con el paso del tiempo mi abuela enfermó y murió. Sin alguien que pagara la renta de nuestro pequeño cuarto, me echaron a la calle... Viví un par de meses allí, y entonces, conocí a María, ella y su hijo se encargaban de atender la casona de los Villavicencio, me ofrecieron hogar y comida a cambio de ayudar en los quehaceres del hogar. Así me convertí en empleada de la casona.
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Hilo de Sangre. [EDITANDO]
FanfictionSe dice que hay personas que nacen con un hilo rojo atado al dedo meñique, que los conecta a su amor verdadero. Sin embargo, ¿qué pasa cuando los hilos se enredan entre sí? ¿es posible desenrrederlo? o ¿simplemente es mejor cortarlo? RESUBIDA Porque...