- Si sigues por aquí derecho, deberías llegar a la panadería antes de que cante un gallo.
-Muchas gracias.
-De que muchacho.
Santiago le sonrió al adulto mayor, a quien amablemente le había pedido indicaciones para llegar a la panadería San Juan, y el anciano muy gustoso y amable le prestó ayuda. En realidad la dichosa panadería fue más fácil de encontrar de lo que imaginó, resultó que era la panadería más conocida dentro del centro de Puebla, dado a que los últimos años se había hecho de mucha clientela y ahora no había nadie que no la conociera.
A decir verdad Santiago ya se había retractado de invitar al castaño, iba a ser un chiste, el pobre músico que ha hecho tanto a su novia de su mundo que se olvidó por completo de sus viejas amistades hasta el grado de perderlas por completo. Prefería conservar la poca dignidad que le quedaba, y de no ser por el hecho de que su caballo y él se encontraban exhaustos, habría dado la media vuelta y se habría marchado a toda prisa, pero las cosas estaban hechas, ahora, ni llorar era bueno. Suspiró.
Se detuvo afuera de un edificio pintado de amarillo, un aroma dulce llamó su atención y la de su estómago, de no haber sido por eso, se habría pasado inmerso en sus pensamientos.
El pelinegro bajó del caballo y lo ató a uno de los postes que estaban afuera, dio un largo suspiro, no lo invitaría, pero quizá podría aconsejarle algún lugar donde comer o donde quedarse por un buen precio, además, quería comprobar si ese dichoso pan era tan bueno como todo el mundo decía.
Acarició un poco a su corcel y se dispuso a entrar a la panadería, se detuvo justo antes de abrir la puerta y suspiró, aún estaba a tiempo para irse, y a pesar de que quería hacerlo, sabía que ya era demasiado tarde y en verdad necesitaba recomendaciones... Aunque pensándolo bien, era mejor pedirle recomendaciones a un don cualquiera en la calle y alejarse dejando eso solo para su conciencia. Pero una parte de él quería conocer al famoso cazafantasmas, ¿Qué tenía de especial como para cautivar a su novia en una noche? La mitad del viaje se la había pasado pensando en si tal vez Valentina se comportaría diferente con aquel muchacho, necesitaba saber si había algo mal con consigo mismo, sin más remedio, entró.
- Buenas tardes ¿en que te puedo ayudar?
Un joven castaño se encontraba sentado detrás de un estante, leyendo un libro de portada roja, por lo que en realidad, no prestaba mucha atención a su alrededor.
- Hola, Eh... Solo vengo a pedir algunas referencias.
- Bueno, viniste al lugar indicado, conozco Puebla como la palma de mi...
El castaño de detuvo un momento a observar al joven que acaba entrar a la panadería, se veía cansado, y terregoso, pero extrañamente, su rostro le resultaba familiar.
- ¿Te conozco de algún lado? Me pareces familiar.
La sangre de Santiago se heló por un segundo, se acomodó el mechón de pelo sobre su frente y le regresó la mirada al castaño. No, no se lo diría.
- Puede ser, ando por muchos caminos. Pero tu no me pareces conocido.
- No, en serio, me pareces muy familiar...
Santiago desvió la mirada y comenzó a ponerse nervioso, si las cosas seguían así, fingiría haber olvidado a Leo y no pasaría nada.
- ¿Eduardo?
- ¿Eh?
- Soy Leo, ¿Te acuerdas de mi? te conocí en una carreta que venía para Puebla, yo fui el que te ayudó a atrapar a tus caballos.
ESTÁS LEYENDO
Hilo de Sangre. [EDITANDO]
FanfictionSe dice que hay personas que nacen con un hilo rojo atado al dedo meñique, que los conecta a su amor verdadero. Sin embargo, ¿qué pasa cuando los hilos se enredan entre sí? ¿es posible desenrrederlo? o ¿simplemente es mejor cortarlo? RESUBIDA Porque...