Conclusión: Estamos Enamorados [Honeyworks One-shots]

~{Minami x Aizou}~

~{Esperando al Rojo}~

Cuando ya estás cansado de extrañar a alguien, su nombre deja de parecer siquiera una palabra.

Minami. Mi-na-mi. M-i-n-a-m-i.

Seis letras que formaban el nombre de la persona que hacía falta en ese apartamento. Las estanterías observavan expectantes a la puerta. La silla de su estudio de grabación parecía extrañar dar vueltas impulsada por sus pies. Los ecos de su voz se escondieron en las cortinas y se negarían a salir hasta que aquel reconocible color rojo vuelva a su hogar.

Aizou estaba igual de decaído. Minami le había dicho expresamente que no lo llamara por absolutamente ningún motivo mientras estuviera en su supuesto viaje, excusándose casi con temor con que era un largo campamento religioso en el que no funcionaría su móvil, pero aún así lo había hecho un par de veces ¿qué esperaba? ¿Quedarse sin hablar con su novio por casi un mes sin cuestionárselo? Aizou confiaba bastante en él, pero a este punto en lugar de estar enojado había pasado a preocuparse. Suzumi decía que demasiado, pero tenía un horrible presentimiento al respecto.

No podía concentrarse en las lecturas de la universidad. Era una de las tardes nubladas y oscuras en las que parecía anochecer temprano. Aizou no sabía si por eso hacía frío o si pensar en Minami le daba escalofríos  de incertidumbre. Justamente en ese tipo de clima llegaría su novio con una película alquilada como en la vieja escuela y un par de tazas de café, se recostarían en el sofá y entre risas y toqueteos dejarían de prestar atención a la mitad e irían a la habitación más cercana. Ahora solo había escalofríos, lecturas insufribles y estrés.

Podría intentar llamarlo de nuevo, pero sabía que no tendría éxito, sería un bombardeo de preguntas y sollozos que se ahogarían en el correo de voz. Nada que no hubiera mandado ya.

A este punto volvería a fantasear con buscarlo por sí mismo, sin importar lo que los estúpidos religiosos del supuesto campamento dijeran. Aún martillaba en su cabeza su último encuentro ¿por qué sonaba tan aterrado? ¿Por qué llevaba tan pocas cosas consigo? ¿Por qué se negó a responder sus preguntas antes de salir corriendo?

Su respsuesta fue un timbre. El sonido prolongado del timbre del apartamento perforando sus oídos. Qué raro, nadie solía visitarlo entre semana.

Con mala gana se levantó para revisar, quien sea que estuviese ahí tendría que tolerar su ropa vieja de deportes como intento de pijama. El piso se sentía frío, incluso en la alfombra que cubría el suelo de su habitación. Sus pasos no hacían ruido por la lentitud, analizando la falta de sombra a su lado porque la habitación de su novio seguía con las luces apagadas. El timbre no se había detenido, segía sonando irritantemente.

— ¡Ya voy, no estoy sordo, imbécil! — exclamó antes de llegar a la puerta. Ahora la persona de allí tendría que aguantarlo con un intento de pijama y mal humor.

O por lo menos así hubiera sido si esa persona no hubiera hecho el primer movimiento. Apenas se abrió la puerta, Aizou sintió como alguien se lanzaba a sus brazos y lo envolvía con fuerza, un agarre tembloroso y lleno de tensión. Su primer instinto hubiera sido golpearlo, pero el mismo color rojo lo detuvo. No era un rojo conocido, sino el rojo que más odiaba.

— Aizou... estás bien... — murmuró Minami sin siquiera saludar. La tensión pareció disminuir cuando pudo ver a su amado novio a los ojos, pero éste estaba más enfocado en la particular herida en su mejilla. Era bastante... conocida, pero no tenía muy claro por qué. Ahora no lo golpearía, pero si lo atacaría a preguntas que se responderían sí o sí.

— ¿A qué te refieres con que si estoy bien? ¿Por qué estás tan agitado?—preguntó tomándolo de los hombros firmemente, intentando transmitirle seguridad. Minami seguía viéndose angustiado, pero intentaba recuperar el aliento a bocanadas.

— Yo estoy... creo que ya está bien ¿no...? — logró decir cuando su respiración se estabilizó, pero seguía murmurando con inseguridad. Aizou sabía que en ese estado tomaría un rato llegar a una conversación coherente, así que lo mejor sería acomodarse en un lugar en el que Minami estuviera seguro de que ya no debía preocuparse. 

— Ven.— dijo tomando una de sus manos y guiándolo a su propia habitación. Seguía intacta desde el día en que se fue, y en efecto eso de extrañarse era mutuo. Le preguntó si quería algo de tomar y el pelirrojo negó con la cabeza. Entonces se sentó a su lado y tomó sus dos manos con suavidad.

Minami bajó su mirada, entrelazando los dedos como un movimiento inquieto.

— Ahora ¿vas a responder las preguntas que te haga? — preguntó con más calma. Minami asintió de nuevo, así que Aizou prosiguió. — Es obvio que lo del campamento religioso es pura mierda, así que dime la verdad ¿Dónde estuviste? — habló con calma aunque pudo verlo tragando saliva y dudando. Talvez nisiquiera esperaba una respuesta completa, pero por lo menos una pista estaría bien

— ...jirou... — lo escuchó decir con voz baja.

— ¿Qué fue eso?

— Someya... Yuujirou ¿lo conoces...?

Y ahí todo tuvo sentido. La salida apresurada y con excusas, no poder comunicarse por un largo tiempo, volver temiendo por el bienestar de la persona que más quería, todo aquello era algo que Aizou ya había vivido mucho antes de conocer a Minami. ¿Cómo pudo haber olvidado que alguien tan peligroso como Someya Yuujirou seguía persiguiendo gente como ellos? Aizou asintió, seguramente ahora expresando el miedo e incomodidad que le transmitían revivir esas memorias que había intentado olvidar.

Ya entendía por qué odiaba tanto ese rojo en su mejilla, era del mismo color de cierta herida idéntica que alguna vez tuvo en su propio brazo.

—Iba a... Iba a llevarse a Nakuru pero no pude permitirlo y me ofrecí en su lugar...

Y claro, nadie mejor que el intrépido de Minami para sacrificarse con tal de salvar a alguien de pasar por el mismísimo infierno.

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One-shot pedido por mskirxx- :D

Vaya, los últimos OS han estado algo tristes, debería escribir algo más feliz luego xd