M𝚊𝚕𝚍𝚒𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜
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La fría noche llegó, un cálido fuego brindaba comodidad a los dos cultivadores. Song Lan intentaba guardar la calma, meditando e ignorando toda queja del menor. Sin embargo, Xue Yang no paraba de moverse y quejarse, llamaba a Song Lan para que le consiguiera un nuevo brazo, era tan molesto estar solo con uno.
—Song Zichen, Song Zichen. —Sacudía al mayor de su brazo, pero era ignorado completamente—. Song Zichen ni siquiera probamos bocado, ¡hazme caso! —exclamó.
—¿Por qué no pude matarlo cuando tuve la oportunidad? Ahora estaría cómodo durmiendo con el silencio del bosque, pero este delincuente no deja de fastidiar. —Dijo internamente.
—Si no cazas algo me comeré esos gusanos y moriré de intoxicación por tu culpa.
—Hazlo, me harías un favor. —Pensó el taoísta.
Así continuó por un par de horas, la paciencia del cultivador errante estaba llegando a su límite. Los berrinches de Xue Yang ya no eran simples gritos y suspiros, sino los golpes de la espada contra los árboles, el crujir de los insectos que pisaba y las patadas a la tierra seca.
¡Suficiente!
De golpe abrió los ojos y sostuvo el único brazo del menor, presionó con tanta fuerza que Xue Yang cayó adolorido en el suelo. Song Lan tomó a Fuxue, elevó la espada y un golpe hueco se escuchó.
—Manzanas... —tomó una roja y la llevó directamente a su boca. Lo mismo hizo con las restantes.
Paz y tranquilidad, Xue Yan dejó de chillar. Por fin pudo conciliar el sueño al igual que el joven delincuente. La visión era negra, no supo cuánto tiempo pasó, pero una luz blanca destelló y mostró nuevamente la ciudad Yi, aunque había algo distinto en esta. Alrededor tenía huertos y la casa del ataúd estaba arreglada, no parecía tan sombría como antes. Un par de risas lo sacó de su trance, pasó por el arco principal y encontró a la joven ciega que lo había llevado con Xiao Xingchen. Ella reía, jugaba y su rostro era distinto comparado a la última vez que la vio. Con una mano tras la espalda, se acercó a la joven de ojos claros y preguntó:
—Señorita, ¿vio a un cultivador de túnicas blancas?
—Puede ser, pero cómo sé que no eres un impostor.
—Lleva una espada escarchada, su estatura es similar a la mía y lleva una venda en los ojos. —Dando una breve descripción, A-Qing confirmó que no era un cultivador cualquiera, ya que hablaba muy bien de su daozhang.
—Acompáñame. —Dio media vuelta y contenta guio al taoísta de negro.
Esta escena la vivió antes, tenía la ligera sospecha de que se encontraría con Xue Yang y debía estar alerta por cualquier ataque. Entrado a la residencia, el ambiente era distinto, no sentía energía resentida, pero no había señales de vida humana. Observó cada rincón, intentando recordar si algo se asimilaba con la realidad. Cuando llegaron, A-Qing lo detuvo con su vara, indicando que Xiao Xingchen estaba dentro, posiblemente preparando la cena. Song Lan agradeció con una reverencia y caminó hasta el salón principal, tocó la puerta tres veces y esperó.
Tocó y esperó.
Tocó y esperó.
Tocó y esperó.
—No creo que aquella chica me haya mentido. —Tocó por última vez y escuchó la puerta deslizarse. Alzó la vista y su expresión cambió cuando lo vio a él.
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𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐃𝐮𝐥𝐳𝐮𝐫𝐚 - 𝐒𝐨𝐧𝐠𝐗𝐮𝐞
RomanceDespués de la muerte de Xiao Xingchen las cosas fueron distintas para ambos jóvenes. El mudo taoísta Song Lan y el delincuente Xue Yang, unen sus caminos por el gran amor que tenían por el ciego daozhang. El comienzo era complicado, el resentimiento...