Capítulo 15

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𝚄𝚗𝚊 𝚐𝚊𝚕𝚕𝚒𝚗𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚕𝚕𝚎𝚟𝚊𝚛

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Pensativo, callado y con la mirada fija en un punto. Los comerciantes y clientes pasaban por su frente, preguntándose, ¿qué pasa por la mente de ese cultivador? La razón es porque intentaba hallar una manera en proponer matrimonio al chico sonriente que estuvo con él casi un año. Costear un anillo era demasiado caro, darle caramelos terminarían digeridos por su pareja y las flores terminarían marchitas en pocos días.

—Maestro Song, —interrumpió una de las vendedoras— lleva horas en ese estado, no ha vendido nada.

Era cierto, estaba tan concentrado en sus pensamientos que no ofreció ni un vegetal de su saquillo. Zichen le respondió a la señora con gestos y señas, dándole a entender que necesitaba un plan para proponer matrimonio al joven que lo esperaba en casa.

—Ya veo... —junto al joven taoísta, la anciana también intentaba hallar una solución— podría hacerlo de la forma tradicional.

¿Tradicional?

—Espéreme, maestro Song, regreso en unos minutos.

Dejó confundido al cultivador. Su cabeza inclinada a un costado le causó tanta ternura que corrió lo más pronto posible para traer aquella sorpresa.

—¿Me dará un anillo? O... tal vez un sobre de dinero. —La cabeza se le llenó de preguntas, imaginando lo que esa señora podría traer. Minutos después, la misma anciana llegó a paso veloz con un pequeño bulto entre sus brazos.

—Ten, llévalo y seguro tu pareja te lo agradecerá.

Una gallina...

No podía rechazarla, era un obsequio que la señora no dudó en entregárselo, ni siquiera le cobró por ella. Con una reverencia, agradeció por el regalo y caminó de regreso a casa, pues ya anochecía y no había clientela a estas horas. La gallina reposaba tranquila en los brazos del taoísta, cloqueaba durante el camino, dando a entender que estaba cómoda.

—Oí que regalan gallinas para proponer matrimonio. Solo espero que Chengmei no quiera hacerte sopa.

Quedaban pocos metros para llegar a casa del ataúd. Estaba nervioso y solo tenía una triste gallina en sus manos. Antes de tocar la puerta, arrancó un par de flores que crecían en el camino y esperó que su pareja le abriera.

—Song-gege, llegaste muy tarde esta vez, espero que tengas una buena excusa para... —cuando abrió la puerta, encontró al mudo estético en medio del sendero. Sostenía una gallina y un ramito de flores, era tan adorable lo que estaba viendo que fue inevitable reír—. ¿Trajiste la cena?

Song Lan negó con la cabeza.

—¿Tendremos un pollo de mascota?

Negó otra vez.

—Song-gege, ¿estás seguro de lo que quieres? —la pregunta tenía un propósito.

Esta vez, la cabeza de Zichen asintió.

—Acepto... acepto realizar las tres reverencias contigo.

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—Xincheng, debes estar limpio y bonito para la boda de tus padres. —La amable señora que acompañaba a Song Lan en el mercado fue invitada a la ceremonia que había organizado la pareja de casa del ataúd.

Los preparativos no eran llamativos, pero tampoco horrendos. La poca gente de ciudad Yi decidió asistir para celebrar este importante agasajo. No eran muchos, pero eso era lo de menos para los novios, con tal de casarse y criar al pequeño Xincheng era más que suficiente.

En habitaciones separadas, los cultivadores estaban preparados para dar inicio a la ceremonia, pero lo que menos se esperaban era que dos personajes importantes aparecieran en el día más importante de su vida.

—Deja que te ayude.

—¿Maestro Wei?

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¿A poco no se lo esperaban?

Supongo que las cosas marchan muy bien.

Vayan al siguiente capítulo y disfruten.

𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐃𝐮𝐥𝐳𝐮𝐫𝐚 - 𝐒𝐨𝐧𝐠𝐗𝐮𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora