Capítulo 4

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𝖢𝖺𝗋𝖺𝗆𝖾𝗅𝗈𝗌

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Xue Yang no dejaba de gritar, su comportamiento era similar a la de un niño de cinco años. En otra perspectiva, era gracioso verlo correr con solo un brazo, aunque también daba pena. Song Lan intentó ignorar todo acto del menor, pero su carismática sonrisa evitaba aquello.

Se alejaron lo suficiente del pequeño pueblo, la brisa indicaba que el sol comenzaba a ponerse y que era tiempo de buscar un refugio. Por suerte, un granero estuvo frente ellos, mostrando que estaba en malas condiciones, pero bastaba para una sola noche. Actuaba como espantapájaros, con su expresión seria y terrorífica mirada.

—Song Zichen, deja esa aburrida expresión. —Dijo Xue Yang descansando su cuerpo en el heno.

La fría mirada del taoísta dijo todo, no hará lo que quiera.

—Bueno, intentaba animarte. —Se encogió de hombros y le dio la espalda para descansar.

—Niño tonto. —Pensó Song Lan.

La pequeña fogata calentaba el ambiente, Xue Yang se había quedado completamente dormido. Song Lan no podía conciliar el sueño, estaba pensativo y hablándole a la pequeña bolsita de Xiao Xingchen.

—Desearía tenerte a mi lado, me dirías que es lo correcto. —Bajó la mirada, pasando sus dedos por la suave tela. De pronto, una dulce voz pudo escuchar. Miró a los costados, pero solo estaba el delincuente roncando y recostado en posición fetal. Ignorando aquello, sacó la bolsa de dulces que compró en el mercado, no entendía por qué lo hizo, pero algo le decía que serían de mucha ayuda.

Pasadas las horas, el sol se asomó por un agujero del techo, iluminando el rostro pálido del mayor. Parpadeó un par de veces, la luz interrumpió su sueño, se levantó con la misma cara y recogió todo. Pero...

—Xue Yang. —Tan solo lo miró, no había despertado como de costumbre. Estaba congelado, no escuchó quejidos y menos balbuceos. Sus piernas le jugaron en contra y se dirigió al inmóvil cuerpo. Lo sacudió un poco, pensó que estaba jugándole una broma, pero notó el tinte rojo que manchaba la paja.

—Tu brazo. —Nunca lo atendieron, Xue Yang tampoco insistía en ir al doctor, pero estaba desangrándose. No sabía qué hacer, dejarlo ahí o buscar ayuda—. Dejarte aquí es lo mejor, no morirás en agonía.

Decidido a dejarlo, soltó su agarre y caminó la corta distancia, llegó a la puerta grande y, antes de marcharse, soltó un pesado suspiro.

—Traes una bolsa de dulces, no creo que puedas comértelos solo.

—Xiao Xingchen.

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—Listo. Pude detener el sangrado y logré ponerle el brazo ortopédico como me ordenó. —El amable curandero hizo una reverencia ante el taoísta y recibió su paga. Song Lan no hallaba una razón por la que lo ayudó, era un perro que debería estar quemándose en el infierno, pero ahí estaba, saboreando los caramelos de miel que venían en la bolsa.

—Song Zichen, no sabía que eras tan bondadoso. —Las mejillas de Xue Yang estaban infladas a causa de un par de dulces—. Daozhang me daba uno de estos, cada mañana.

Song Lan no evitó mirarlo, viendo sus ojos decaídos y presión entre sus labios.

—Pero no podemos hacer nada. —Hizo a un lado los recuerdos y ató la bolsita para regresársela al mayor. Cuando lo hizo, la mirada fija de los ojos negros lo hipnotizó, sin importar que el color sea común, pudo ver reflejadas las palabras que deseaba decir el mudo—. Gracias por el brazo.

La sonrisa fue como una flecha que atravesó su corazón. Pequeños labios, dientes aperlados y dulce mirada, ¿en serio eres el delincuente del que todos temen?

—A-ah... descansa. —Detuvo Xue Yang, dando unas palmadas en su hombro y acomodándose para dormir.

—Buenas noches.

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Hola queridos lectores, espero estén disfrutando la historia. Aún temo que no sea de su agrado debido a que soy nueva en esto de MDZS. 

Intento publicar seguido, la verdad es que ya tengo parte de los capítulos avanzados, pero tardo porque siempre debo corregirla y editarla. Así que, los invito a ver el siguiente capítulo que ya debe estar publicado. ¡Adiós!

𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐃𝐮𝐥𝐳𝐮𝐫𝐚 - 𝐒𝐨𝐧𝐠𝐗𝐮𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora