Capítulo 11

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𝚃𝚊𝚕𝚒𝚜𝚖𝚊́𝚗 𝚍𝚞𝚕𝚌𝚎

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Las envolturas de dulces estaban esparcidas por todo el suelo, miles de pétalos se mezclaron con el papel y el caramelo derretido emanaba un exquisito aroma. Día y noche, Song Lan trabajaba en un nuevo talismán, especial para su querido Chengmei.

—Usar el caramelo como tinta. —Eso indicaba la receta, no sin antes moler los pétalos en la mezcla.

Tomó una pluma y escribió una sola palabra: "Dulce". Estaba nervioso, temía que Xue Yang rechace el pequeño obsequio que creó especialmente para él.

—Solo un experto en caramelos puede decirme si esto funciona.

Suspiró para quitar los nervios, buscó a su amado para entregarle su regalo. Cuando lo encontró, Xue Yang estaba jugando entre los árboles como si fuera un inquieto mono. Ante esa imagen, Song Lan golpeó el tronco de un árbol, llamando la atención del joven delincuente.

—Zichen, ¿pasó algo? —en un abrir y cerrar de ojos, Yang estaba frente a frente con el taoísta, esperando alguna respuesta.

—Abre la boca. —Le ordenó.

Con cierta duda, Xue Yang no tuvo más remedio que confiar. Abrió la boca como se le ordenó y un trozo de papel se colocó sobre su lengua. El sabor no era malo, al contrario, era empalagoso.

—Muérdelo. —Dijo después de completar el primer paso. Viendo que los dientes del menor perforaban la hoja, escuchó a las coloridas flores brotar del suelo y de los árboles. Xue Yang estaba confundido, nunca había visto algo igual.

—Zichen, ¿qué es esto?

—Arranca una y succiona el néctar. —Solamente dijo eso, quería ver los ojitos sorprendidos de su amado.

Tomó una de las flores, llevó la parte de los pétalos a su boca y succionó tanto como pudo. Inmediatamente, un delicioso sabor a miel exploró su paladar. Eran flores dulces que producían néctar, y no solo eso, había dos sabores más entre éstas.

—Naranja y durazno, ¿cómo lograste hacer esto?

El taoísta negó con la cabeza y recogió varias florecitas para que su amante las disfrutara en el camino. Recorrieron un buen tramo, las flores se acabaron en minutos, pero Song Lan siempre lleva consigo una jarra de agua. Siguieron así hasta llegar a Caiyi, lugar donde se encontraba el Receso de las Nubes.

—¿Es seguro entrar? —preguntó Yang.

—No te harán daño. —Tomó su mano, sin importar que las miradas los juzgaran.

Recorrieron cada parte de la ciudad, compraron algunos alimentos y mapas. Incluso algunas jarras del famoso licor "Sonrisa del Emperador".

—Lo siento señor, aquellos dos jóvenes acaban de llevarse las últimas jarras. —Dijo el vendedor señalando al cultivador errante y su pequeño acompañante.

—Lan Zhan, te dije que vengamos temprano, ahora no tengo nada para acompañar la cena. —Formó un puchero, estaba molesto, pero no se rendiría tan fácil—. Supongo que esos dos querrán negociar.

Con su destellante sonrisa, jaló al mayor con dirección a la pareja Song. Gritó para que captaran su atención, pero parecían estar sordos.

—¡Hey! Ustedes dos, esperen un momento. —Corrió tanto como pudo y tomó a uno por los hombros, provocando un escalofrío en el menor—. Disculpen, pero ustedes se llevaron cinco jarras. Eso no es justo, tan solo son...

—Wei Wuxian...

—¿Xue Yang?

Un incómodo silencio, ninguno se atrevió a hablar, pero los instintos de Song Lan actuaron cuando vio al Segundo Jade atacar con su espada. El filo de Bichen estaba por atravesar el pecho de Yang, si no fuera por Fuxue, su pequeño acompañante sería caso muerto.

—Hanguan-jun, te aconsejo bajar a Bichen si no quieres enfurecer a Zichen. —Ser oportunista es algo que nunca cambiará, pero las intenciones no son malas.

—Creí que estabas muerto. Por lo que veo, Song Lan tiene cierta compasión por el joven delincuente. —Burló Wei Ying, viendo las mejillas sonrojadas del taoísta. En ese momento, sus recuerdos llegaron y comparó la situación con la suya. Un delincuente atado con un cultivador de buen rango, ambos son perseguidos por las cosas que, según los clanes, es incorrecto.

—¿Eso es todo? ¿Viniste a burlarte de nosotros? —Xue Yang deseaba escapar, temía que tengan un as bajo la manga y los lleven presos cual perro.

—Oh no, para nada, solo quería negociar con ustedes. —Miró a Lan Zhan, como si con la mirada le dijera todo.

—Dos jarras a cambio de esto. —Le extendió dos piezas de plata.

—Soy un delincuente, no un ladrón. —Rechazó el dinero y jaló a Song Lan lejos, pero Wei Wuxian insistió.

—Espera, espera... —Sacó un bello amuleto, era blanco como el cuarzo. La forma se asemejaba a la de un lobo—. Su nombre es Shaoran, un amuleto que protegerá todo lo que te rodea, un fiel compañero que abogará por ti.

La inocencia era algo que Xue Yang no podía tener, pero podría salvar a su pareja de cultivo. La oferta era pésima, dos jarras por una piedra hermosa. Mejor aceptarla antes de que piense con cordura.

—Acepto. —Le entregó dos jarras y le arrebató el collar, no quiso despedirse por la desconfianza y se llevó al mayor.

—Wei Ying, ¿tienes idea de lo que hiciste? ¬—regañó Wangji.

—Lo sé, ayudarlos es lo que hice. —Abrió una de sus jarras y pasó la boquilla por su nariz, sintiendo el dulce aroma—. Aquel día, en ciudad Yi, cuando usé empatía con A-Qing solo pude ver lo que ella pensaba, dejándome cegar por su odio.

—¿Entonces?

—Lan Zhan, andas muy preguntón hoy. Solo te diré que todos merecen una última oportunidad.

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Espero que si, sigan leyendo por favor.

𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐃𝐮𝐥𝐳𝐮𝐫𝐚 - 𝐒𝐨𝐧𝐠𝐗𝐮𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora