《32》

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N A R R A
A R G E N T I NA

"Hay tantas formas de suicidarse, pero ninguna de ellas es tan cruel
como cuando te ves morir
a ti mismo todas las noches"

—Gerson Da Rodríguez

Caliente.

Miro el contenido de mi taza como si fuese lo más interesante, acariciando con la punta de mi lengua mis labios al sentir como el líquido quemaba parte de mis papilas y también la piel de mis labios, el liquido marrón me reflejaba y de cierta manera me traía paz al sentir como el vapor que desprendía golpeaba contra mi mejilla.

Estaba sobre mi cama, desayunando, pues no tenía la suficiente energía como para bajar e ir a desayunar a la cocina, por eso había pedido que me traigan el desayuno a la cama, por lo menos hasta que sea hora de ir a trabajar nuevamente.

Había un espejo a un lado de mi cama, que apuntaba directamente a mi, hasta podía verme reflejada en el todas las mañanas nada más abrir los ojos, y por alguna extraña razón, desde el incidente en el río, lo primero que hacía al despertar y al.dormir era verme en ese espejo, buscando ver mi reflejo, mi rostro, mi persona y no a una horrible imitación de mi padre, me había sugestionado tanto con ello que mande a tirar la mayoría de los espejos, las cortinas estaban siempre cubriendo el cristal de las ventanas y no me veía al espejo a menos que sea necesario, el único espejo que no había sacado era el que estaba a un costado de mi cama y el que estaba en mi baño. 

Destape mis piernas con pereza , poniéndome de pie, llevando conmigo la raza de café que me habían servido en dirección a una ventana cubierta por la cortina, una cortina que me moleste en correr para ver al exterior de la Casa Rosada, me apoyo junto al espejo y miré atentamente como las calles empezaban a llenarse por transeúntes y el sol salía finalmente.

No me sentía muy bien ese día, estaba algo agotada, y estresada, lo que sucedió con Inglaterra me tenía bastante dispersa, y pensaba constantemente la estupidez que dije, no tendría que haberlo hecho, pero ya no podía hacer nada al respecto.

La  habitación se tornó fría, los vellos de mi cuerpo se erizaron, fue como si los sonidos se pusieran el pausa, luego, todo fue un caos. Algo me hizo girar en dirección  al espejo, y allí estaba, mi padre me observaba con la mejor de sus sonrisas, una tan macabra y sádica que del miedo me hizo soltar la taza que llevaba en la mano, cuando la taza llegó al suelo y se hizo trizas fue como una especie de señal, por en ese mismo instante, el reflejo de mi álter ego extendió su brazo, como si quisiera salir del espejo, como si quisiera agarrarme, junto como lo hizo en el río, y antes de que pudiera reaccionar sentí su fría mano apoderarse de mi cuello, yo grité, pero no fue suficiente, pues el tiro de mi, provocando que mi cabeza impactara ferozmente contra el espejo, fue tan grave, tan fuerte, que termine en el suelo, casi inconsciente y sin fuerzas, arrastrandome para salir de la habitación.

La yema de mis dedos era capaz de sentir el líquido pegajoso que manchaba mi pijama, sentía los restos de la taza rozar contra mi piel descubierta, la frialdad del frío, sentía sangre, estaba sangrando, estaba mareada, apenas si podía sentir mis extremidades, pero lo que sentí con mucha claridad fue como unas manos se aferraban a mis tobillos y tiraban de mi en dirección al espejo, provocando que lanzara un grito aterrado y como si fuese una mula, pateara el espejo, terminando por romperlo.

Me sentí dueña de mi cuerpo de nuevo, y aprovechando ese sentimiento me puse de pie metiéndome al baño, me vi de nuevo en el espejo, el rostro de mi padre se apareció delante mío, sus ojos eran tan rojos, tan sanguinarios que me sentía intimidada y enojada, pero a pesar de que aún tenía esa sádica sonrisa pintada en los labios, no me detuvo, nada podía en este punto, yo simplemente estalle, no me pude resistir, yo golpee el espejo, lo golpeé y a la primera se rompió, dejé de ver a mi padre, y aún así no era suficiente, golpee otra, otra, y otra, y otra, y otra vez hasta que todos los pedazos cayeron al lavabo, hasta que no quedara nada, porque ya no quería verlo, ya no quería hacerlo.

Me sentía tan llena de impotencia y rabia que no me bastó con romper el puto espejo, patalee, golpee y destroce todo lo que estuviera en ese baño y se pudiera romper, grite, maldecia, todo con tal de ya no verlo.

—Déjame en paz, déjame en paz, ¡Déjame en paz, déjame en paz, déjame en paz!
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—Me cago de frío la concha de la lora— putee mientras que me abrazaba a mi misma, tratando de buscar algo de calor en el abrigo que Rusia me había prestado.

¿Y él? El culiao estaba en frente mío, partiendo madera de lo más tranka con una remera mangas larga nomas, ya que me había dado su campera.

—Я сказал тебе прийти тепло  {Te dije que vinieras abrigada}— dijo con tranquilidad sin tomar  muchas importancia a mis quejas.

—Ya sé pero hacia 40° en mi casa, me moría insolada antes de llegar al aeropuerto.

—Иди в дом, я не хочу, чтобы вы были без {Ve a la casa, no quiero que te resfries}.

—Y yo no quiero que te quedes solito, me la puedo bancar un rato más— le dije restandole importancia— mientras me voy a upitear por ahí.

—Не двигайтесь слишком много {No te alejes demasiado}— me pidió serio, haciendo que haga un sonido de afirmación con mi garganta mientras que me paraba del tronco donde estaba sentada e iba en dirección al bosque que rodeaba la cabaña donde ambos estábamos quedándonos.

Eran vacaciones en mi país y Rusia me ofreció quedarme con él, algo que obviamente acepte, después de lo que había vivido en mi propia casa, quedarme sola allí ya no me parecía tan buena idea, y quizás hasta le pida pedir un consejo a Rusia para lidiar con lo que me estaba pasando.

N A R R A
R U S I A

—Я серьезно {Hablo en serio}.

Le advertí a la linda albiceleste cuando pareció restarle importancia a mis palabras, pero cuando no me contestó, me di la vuelta dispuesto a ubicarla, pero al no verla sentada en el tronco donde estaba antes me preocupe levemente, ella no conocía el terreno y por la nieve que cubría todo se iba a perder fácilmente, pero aún así, gire mi cabeza a todos lados, buscando ubicarla cerca del bosque, el lugar que estaba seguro ella querría recorrer, pero a pesar de ello, no vi rastro alguno de la joven.

—¿Аргентина? {¿Argentina?}.

Silencio.

Yo me sentía tan desesperada escribiendo esto, sentía una frustración

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Yo me sentía tan desesperada escribiendo esto, sentía una frustración.


Cosas malas pasarán.

Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora